Secretos de Petrobras, en manos de una polémica firma de EE.UU.

Eleonora Gosman - La presidenta Dilma Rousseff no consigue zafar de los episodios de espionaje que en septiembre conmovieron a su gobierno y su país. Ayer escribió, en su cuenta de Twitter, que había recibido un libro del periodista James Bamford sobre las oscuras historias de la norteamericana Agencia de Seguridad Nacional.

“Parece que viene de lejos esto de espiar ciudadanos y empresas brasileñas”. Pero las denunciadas actividades de la NSA parecen un juego de niños al lado de otros métodos, inclusive legales, que han colocado los secretos de la estatal Petrobras en manos de la norteamericana Halliburton.

En una audiencia en el Senado brasileño, a fines de septiembre, el titular de la Asociación de Ingenieros de Petrobras, Fernando Siqueira, asombró los curtidos oídos de los legisladores de la Comisión de Asuntos Económicos y de la de Servicios de Infraestructura de la Cámara Alta.

El profesional describió el siguiente cuadro: “El software Openwells, utilizado por Petrobras para compilar los datos geológicos, pertenece a la Landmark Solutions”. Esa empresa, prosiguió, “forma parte del conglomerado de la Halliburton que actúa en la producción de petróleo y en la industria bélica”. Según el relato del ingeniero Siqueira, que por su posición e historia conoce la trama más profunda de la petrolera brasileña, “los consultores de Landmark que trabajan para Petrobras tienen acceso a todas las informaciones del registro del software. Es una ventana que permite el acceso al espionaje dentro de la propia Petrobras”.

De acuerdo con los técnicos de la compañía, “el sistema de criptografía fue desarrollado por tres empresas norteamericanas”. Todo esto llevó a los especialistas a concluir que quienes manejan el software de la base de datos de Petrobras, tienen un acceso privilegiado a las informaciones estratégicas de la empresa: en la tecnología de exploración en aguas profundas y en los análisis geológicos, que indican el potencial productivo y económico de yacimientos.

La titular de la Agencia Nacional del Petróleo, Magda Chambriard, no se conmovió con estas declaraciones. En el mismo recinto y frente a los mismos parlamentarios que habían escuchado a Siqueira, afirmó que “para robar informaciones del sector (petrolero) sería preciso un espía paranormal”.

Sostuvo que el banco de datos de exploración y producción del petróleo y el gas no está en internet. “Pueden estar tranquilos, pues no es posible espiar el banco por medio de la red mundial de computadores”. La propia Petrobras salió a bajar los decibeles del escándalo: “La firma dispone de sistemas altamente calificados y permanentemente actualizados para la protección de su red interna de computadores”.

Según la petrolera estatal, se utilizan todos los procedimiento conocidos como los mejores del mercado en esa protección. Los “mejores procedimientos” provienen precisamente de empresas norteamericanas. Halliburton, como se recordará, es la firma que en su momento lideró Dick Cheney, el ex vice de George W. Bush, y que se vio altamente beneficiada por contratos durante la operación en Irak.

Todo esto saltó por obra y gracia del revuelo que produjeron a principios de septiembre las denuncias del corresponsal Glenn Greenwald, en base a datos provistos por el ex técnico norteamericano de la NSA Edward Snowden, hoy asilado en algún lugar de Rusia. Las revelaciones del periodista a través del canal de TV Globonews, airearon las “invasiones” practicadas por la NSA sobre el sistema informático de la petrolera brasileña.

Y a partir de una seguidilla de “destapes” informativos, la presidenta Rousseff decidió cancelar su visita oficial a Washington del 23 de octubre. La CPI del espionaje, formada en el Senado por impulso de aquellas divulgaciones, tiene en la mira las grandes licitaciones petroleras por venir: la más inmediata es el Campo de Libra, al que se considera uno de los mayores yacimientos petrolíferos marinos de Brasil.

Fuente: IECO / CLARIN