El subsidio a la gasolina en el país hace 68 años #Venezuela @erikahidalgol

El Ejecutivo abrió el debate en torno a un eventual aumento del precio de los combustibles, en medio de temores y mitos sociopolíticos, y de un elevado subsidio

Hace 68 años Venezuela se convirtió en el país con la gasolina más barata del mundo, hasta hoy, cuando la actual administración del presidente, Nicolás Maduro, requiere con urgencia sanear el subsidio a los combustible que desdibuja las cuentas de Petróleos de Venezuela, y que a decir del propio Presidente de la estatal petrolera, Rafael Ramírez, es simplemente “ridículo”.

Rómulo Betancourt cumplía una de sus más anheladas medidas, cuando asumió como presidente provisional de la República entre 1945 y 1948.

No tardó mucho en rubricar el decreto, y “el primero de diciembre de 1945 -un mes y días de haber arribado a las responsabilidades del Gobierno- se procedió a reducir drásticamente, el precio de la gasolina y de los demás productos y subproductos del petróleo ”, cuenta el propio Betancourt en su libro “Venezuela, política y petróleo ”.

La teoría que amparaba el decreto emitido, se basaba en la inmoralidad de que en un país  productor de crudo, se vendan los combustibles a precios internacionales a sus ciudadanos. En las lides políticas Betancourt insistía en que “era insólito que en el primer país exportador de petróleo del mundo rigieran cotizaciones tan altas para la gasolina y los carburantes extraídos del aceite mineral”.

 La administración Betancourt no solo movió el sólido piso que tuvieron las transnacionales petroleras bajo los Gobierno previos, sino que hizo sacrificar al fisco 20 millones de bolívares, un importante porcentaje del presupuesto nacional, rebajando el impuesto al consumo de combustible al límite mínimo de menos de un céntimo de bolívar por litro de gasolina . Impuso, además, a las grandes compañías refinadoras y detallistas sacrificios monetarios. Ese esfuerzo fiscal representaba para la época unos 6 millones de dólares.

La tesis de Acción Democrática era fiscalizar al máximo a las petroleras y suspender la entrega de concesiones de manera descontrolada. El Gobierno debía asumir el control fiscal, pero no se habló para ese momento de nacionalización de la industria, pese a que ya, para la sazón, representaba para Venezuela el principal ingreso a las arcas del Estado.

“Cuando arribamos nosotros al Gobierno prácticamente la totalidad de la economía venezolana y parte apreciable de la actividad fiscal giraban alrededor del pivote petrolero. De las divisas con que pagó Venezuela sus importaciones de 1944, año precedente a la Revolución de Octubre, 92% fueron aportadas por la industria del petróleo , narra Betancourt en su obra política.

La reducción de los importes de la gasolina fueron discriminados por ciudades. Por ejemplo, para Caracas y poblaciones de la línea del Gran Ferrocarril de Caracas hasta Puerto Cabello el litro pasó de 0,20 bolívares a 0,10 bolívares; en Barquisimeto de 0,24 bolívares a 0,14 bolívares por litro; en Maracaibo pasó de 0,18 bolívares a 0,08 bolívares; en San Cristóbal de 0,26 bolívares a 0,16 bolívares, entre otras ciudades, según datos del Ministerio de Fomento, que Betancourt plasma en su libro.

Aunque el recuento de la gestión, en renglones sociales y económicos, es positivo en el Gobierno de Betancourt, según incluso detractores, la ciudadanía venezolana inició una carrera veloz de incremento en el consumo de gasolina , que fue visto como un elemento crucial de desarrollo, y que en nada ha cambiado hasta nuestros días.

Información del otrora Ministerio de Fomento, hoy Ministerio de Industria y Ministerio de Comercio, resalta que la demanda de gasolina creció 93,51% entre 1945 al 1947, solo en dos años, replicándose esa tendencia hasta hoy en día, por diferentes razones.

El oro negro destella

Los precios de los combustibles en el país fueron escritos en piedra. La gasolina permaneció por espacio de 36 años (1945-1981) en el mismo precio que oscilaba entre 0,18 y 0,22 bolívares por litro, mientras el consumo se incrementaba, ayudados por el enorme gasto que originaron los importantes ingresos petroleros, por ello ni Raúl Leoni, ni Rafael Caldera, se ocuparon del tema.

El primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), disfrutó de las cotizaciones que arrojó el Embargo Árabe petrolero del 1973, sin embargo, ya para ese momento se gestaba un uso irracional de los recursos petroleros, en contante y sonante, que dieron al traste con los 36 años de relativa estabilidad económica.

Pérez, apalancó su planificación a partir del aumento de los precios del petróleo , que al mismo tiempo influenciaron la nacionalización de la industria petrolera.

La “Venezuela Saudita”, mote comúnmente empleado para definir el período en que Venezuela gozó de altos ingresos petroleros, originó cambios sustantivos en la calidad de vida de los venezolanos, y en el crecimiento económico, pero también se originaron distorsiones que despoblaron el campo, no tardaría en convertirse en una espada de Damocles para los futuros gobiernos.

Para Pérez el precio de la gasolina no fue un problema, nunca se mencionó y el subsidio se mantuvo inamovible. Mientras tanto la deuda aumentaba, respaldada por el mote de que Venezuela estaba en el ranking de los principales productores de petróleo del mundo. Había crédito para un país que mostraba estabilidad y crecimiento.

A pesar del importante incremento en los ingresos petroleros, la deuda externa aumentó de 1.200 millones de dólares, en 1973 a 11.000 millones de dólares en 1978, mientras que los gastos de la administración pública lo hicieron en 540 %.

El profesor Mazhar Al-Shereidah, sostiene en su libro “Enfoque Petrolero en Venezuela: De la apertura al paro”, que Venezuela disfrutó de un aumento de más de 1.200% de sus ingresos, y pese a ello la deuda externa e interna habían alcanzado niveles alarmantes, hasta el “Viernes Negro” en 1983.

“Recibo un país hipotecado”

Esta celebre frase, que dijera el sucesor de CAP, Luis Herrera Campins, en su toma de posesión como presidente de la República,   fue el preludio de lo que vendría.

Aunque los precios del crudo repuntaron entre 1979 y el 1984 por la Guerra Irán-Irak, el endeudamiento pudo más que los benignos precios del petróleo que hubo en ese momento.

Luis Herrera debió enfrentar un alto servicio de deuda, y aplicar medidas poco populares, entre ellas la devaluación del bolívar desde 4,30 a tres tipos de cambios diferenciales que oscilaban entre 6,0 y 10,87 bolívares por dólar .

El dólar a 4,30 bolívares se empleó como preferencial. El icono que en otros tiempos colocaba a Venezuela como un país boyante, se desdibujó hasta nuestros días, pues el 4,30 de 2010, de no haber habido la reconversión monetaria, serían 4.300 bolívares “de los viejos” por dólar .

Pese a la gran crisis que enfrentó Herrera los precios del combustible continuaban siendo un saludo a la bandera.

Durante su gestión se dio un ligero aumento promedio de los combustibles en general, desde 0,21 bolívares por litro (0,00021BsF.) a 0,88 bolívares por litro, según el anuario  1989 de Petróleo y Otros Datos Estadísticos del Ministerio de Energía y Minas.

El Gobierno de Jaime Lusinchi, para muchos ha sido la peor administración de la “cuarta República”. Sin embargo, al igual que Herrera, Lusinchi heredó un país en crisis, que pese a enderezar terminó en bancarrota, a pesar de su conocida respuesta de que “la botija está llena”.

El nuevo jefe de Estado, se vio obligado a refinanciar una pesada deuda que se arrastraba desde el gobierno Carlos Andrés Pérez, pero debido a las presiones fiscales aumentó subrepticiamente el precio de los combustibles, que pasó desapercibido debido a lo bajo aún del importe.

Ese ajuste, significó un aumento desde 0,88 bolívares por litro (0,00088 Bs.F), a 1,38 bolívares por litro, promediando los combustible para uso motor.

 Lusinchi solicitó poderes extraordinarios al congreso, con la llamada “Ley Habilitante”, y mantuvo durante todo el período de gobierno el régimen de control de cambios Recadi.

A pesar de lo poco afortunada que fue administración de Lusinchi, Acción Democrática vuelve por sus fueros lanzando a CAP como candidato, y triunfa en las elecciones del 1988.

Pero la popularidad de CAP tenía los días contados. Este carismárico personaje que despertó grandes pasiones en la sociedad, se apoyó justamente en esa ventaja para aplicar un duro plan de ajustes macroeconómicos, que dieron al traste con el apoyo popular, que disfrutó por muchos años.

 Su charming no fue suficiente  para contener la furia de una sociedad que pedía reivindicaciones sociales, en medio de un duro de paquete de medidas pactadas con el Fondo Monetario Internacional.

Entre las medidas liberaba las tasas de interés activas y pasivas hasta un 30%, incremento de tarifas de servicios públicos, eliminó Oficina de Régimen de Cambios Diferenciales (Recadi), aumento del salario mínimo, deflación del déficit fiscal en un 4%, liberó el precios de la gran mayoría de los productos, y entre otras planteó elevar cada año los derivados del petróleo en el mercado nacional con un 100% en el precio de la gasolina y un 30% en los precios del transporte público, entre muchos otros.

La explosión social no se dejó esperar, tras el anuncio del aumento del combustible en un 100% en varios tramos, el 27 de febrero de 1989 se produjo el “Caracazo” en medio de muerte y dura represión militar, que dejó en el ideario popular que “la gasolina es un componente incendiario en la sociedad venezolana”, según ha señalado el analista social, Luis Pedro España.

La gasolina subió desde 1,36 bolívares por litro a 2,64 bolívares, sin embargo, el Gobierno de coalición que armó Rafael Caldera, llamada Convergencia en las elecciones para el periodo 1994-1999 le permitió elevar la gasolina en su administración entre un 600% a 500%.

Hugo Chávez intenta ajustar

Pese a que el propio ex presidente Hugo Chávez, estaba consciente de que el precio de la gasolina era absolutamente irreal, en el año 2009 asomó el tema. Cuentas fuentes cercanas al tema, que sus asesores le pidieron no sacar a la luz esa posibilidad.

Los elevados precios del petróleo le dieron un respaldo suficiente para que su administración pudiera elevar el importe de la gasolina en el mercado interno, de manera importante, sin embargo, dice Luis Pedro España, pudo más la creencia o el mito de que el combustible era incendiario en una sociedad como la venezolana, que asumir una necesaria medida que erosiona cada vez más a los desposeidos.

Para el analista y economísta Víctor Alvarez, mantener la subvención a la gasolina es mucho más injusta que si se eleva su precio, pues está resultando cada vez más regresiva, que beneficia a los sectores medios y alto, pero no a los ciudadanos de a pie.

“El Gobierno sabe que no puede continuar con una gasolina que está generando perdidas cuantiosas al país que se ubican en torno a los 13.500 a 14.000 millones de dólares cada año”, dice el economista y analista petróleo Luis Oliveros.

Oliveros, señala en su analisis ”La distorsión del subsidio a la gasolina ” que el período 1998-2013 el precio de la gasolina cayó (en términos de dólares) 89%, y en paralelo los costos de producción subieron casi 500 %. En ese mismo período la inflación acumulada ha sido superior a 2.270 % y la depreciación del tipo de cambio oficial en 1.050 %.

Asegura que desde el año 2005 Pdvsa (y por lo tanto la nación) empieza a perder dinero (los costos de producción pasan a ser mayores al precio de venta) por este concepto.

La historia para llegar a este estadío ha sido vertiginosa. El gobierno, según analistas, mantiene una actitud fuera de realidad, que de no corregir, sería un grave error, más cuano este año es no electoral.

Esta nota se publicó originalmente el 16 de mayo de 2014 en elmundo.com.ve

Por: Erika Hidalgo López

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