Los extraños de Oriente
En medio oriente existen dificultades democráticas y republicanas, vinculadas a los debates sobre el Corán y su contenido. Pero la gran pregunta sería: ¿es posible "aplicar" la otredad? ¿Es posible integrar la otredad?
Después del atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre, que fue un hecho universal presenciado de manera simultánea por todo el mundo, se generó un terror no sólo en EE.UU. sino a nivel global, lo que llevó a justificar una serie de contramedidas y ofensivas militares que duran hasta el día de hoy. La globalización del terror fue tal que parecía que había que salir a ejercer violencia para protegerse del otro y a confiscar armas nucleares aún en países donde no se había comprobado fehacientemente la existencia.
En este contexto, el teórico Samuel Phillips Huntington expresa que tanto Occidente como el Islam son cada uno "el otro del otro", vale decir la imposibilidad de entrar en contacto y por consiguiente la posibilidad de mutua destrucción; simplemente por la diferencia cultural, política e incluso social.
Es por ello que, tras la Guerra Fría, el desafío sería el choque entre civilizaciones. Esta idea con frecuencia se vincula también al planteo de Francis Fukuyama acerca del fin de la historia. La idea respecto del "fin de la historia" no se centra en la inexistencia de la historia en sí misma, sino que la historia seguirá desarrollándose pero bajo la lógica que predominare en la post Guerra Fría. En la actualidad, esa lógica podríamos circunscribirla al debate entre libertades versus totalitarismos. Pero ¿quién se presenta como totalitario? Las acusaciones en este sentido, son siempre cruzadas y hasta, a veces, contradictorias. Lo cierto es que todo régimen autoritario, reprime desde un absoluto.
En este sentido, el filósofo Primo Levi afirmaba "existe Auschwitz, no existe Dios" y mientras, en uno de sus discursos, el ex presidente norteamericano, George W. Bush, expresaba la frase "Dios no es neutral", al comienzo de lo que en principio llamó "la guerra infinita". Detrás, se construía mediáticamente la "demonización del Oriente bárbaro". En un mundo en donde el "silencio" de Dios es agobiante, los seres humanos tenemos la obligación de tomar la palabra. Bajo esta premisa, el Papa Francisco, poco más de diez años después de comenzado este proceso, intenta poner fin a lo que denomina "la violencia insensata". Pero este hecho no parece generar empatía alguna con los miembros del grupo terrorista Estado Islámico (o ISIS por su sigla en Inglés) quienes perciben a la máxima figura de la iglesia católica como un "portador de falsas verdades" y hasta incluso, lo han amenazado de muerte.
Son algo más que fundamentalistas religiosos. Son Muyaidines, ciudadanos comprometidos con la Yihad. La Yihad es la obligación religiosa musulmana y en este contexto, su objetivo es un Estado Islamizado y unificado, regido según las leyes del Corán. Para luchar contra lo que el terrorista de ISIS, Yihaidy John, definía en sus videos como "la imposición de Washington de una política autoritaria"; recurren al terror. El terrorismo es tan rechazable como el bombardeo indiscriminado de EE.UU, es claro, pero tiene una lógica. Transmitir terror a la población, les resulta efectivo porque es impredecible y es justamente este, el gran desafío que tienen los ejércitos aliados al plantear una estrategia contra el terrorismo. Si se mata inocentes, se crea el máximo terror. Cuando no se sabe porqué se está matando, cuando no hay reglas en el combate, se logra el máximo de terror. No obstante, esto es algo que también han aplicado los Estados Unidos a los presos en Guantánamo, a través de las torturas comprobadas por Human Rights Watch. Pero en este caso, se trata del empleo del dolor, de una manera que se supone, es racional, puesto que implica el empleo de una técnica para ejercer el dolor.
Con idas y venidas, la zona geográfica contenida en el concepto "mundo árabe" se ha convertido hace ya algunos años en botín de guerra de las potencias y en objeto de todo tipo de calamidades. En el primer ataque de EE.UU hacia focos claves de ISIS en Siria, murieron siete islamistas y ocho civiles, lo cual no sólo demuestra grabes imprecisiones sino también implican violaciones al Derecho Internacional y la soberanía de dicho país. Por su parte, en esta ocasión, EE.UU ya no quiere intervenir en la región con soldados. En el fondo, Washington intenta evitar pagar el costo político que implican la muerte de más ciudadanos norteamericanos, a sabiendas de no tener la certeza de cuando finalizará esta nueva embestida contra Estado Islámico.
De este modo, es complejo ponderar las virtudes de una desmedida e híper prolongada intervención armada extranjera en medio oriente. Por un lado, se busca proteger a las poblaciones kurdas y opositoras al régimen en la región, que son objeto de ataques constantes por parte de los jihadistas de Estado Islámico. Y por otro lado, se genera una metástasis del conflicto que involucra como aliados de EE.UU, en esta ocasión, a países cercanos como Jordaña, Arabia Saudita y Bahrein, país este último, que alberga a la flota principal de la U.S Navy desde donde se están lanzando misiles tomahawk y despegan aviones no tripulados para los bombardeos en Siria. El intervencionismo militar que EE.UU ejerce en la región, no es controlado. Mueren civiles y de los ataques en Siria, lo único que se visualiza son un conjunto de luces de colores en medio de la oscuridad de la noche. En este complejo escenario, lo mejor es velar siempre por la protección de los derechos humanos ante todo. La protección de civiles frente a la desmesura del poder de los Estados, parece ser la opción alternativa más rápida y eficiente, para los miles de refugiados que hoy buscan ser acogidos como extraños en las fronteras.
Fuente: carlospazvivo.com
Después del atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre, que fue un hecho universal presenciado de manera simultánea por todo el mundo, se generó un terror no sólo en EE.UU. sino a nivel global, lo que llevó a justificar una serie de contramedidas y ofensivas militares que duran hasta el día de hoy. La globalización del terror fue tal que parecía que había que salir a ejercer violencia para protegerse del otro y a confiscar armas nucleares aún en países donde no se había comprobado fehacientemente la existencia.
En este contexto, el teórico Samuel Phillips Huntington expresa que tanto Occidente como el Islam son cada uno "el otro del otro", vale decir la imposibilidad de entrar en contacto y por consiguiente la posibilidad de mutua destrucción; simplemente por la diferencia cultural, política e incluso social.
Es por ello que, tras la Guerra Fría, el desafío sería el choque entre civilizaciones. Esta idea con frecuencia se vincula también al planteo de Francis Fukuyama acerca del fin de la historia. La idea respecto del "fin de la historia" no se centra en la inexistencia de la historia en sí misma, sino que la historia seguirá desarrollándose pero bajo la lógica que predominare en la post Guerra Fría. En la actualidad, esa lógica podríamos circunscribirla al debate entre libertades versus totalitarismos. Pero ¿quién se presenta como totalitario? Las acusaciones en este sentido, son siempre cruzadas y hasta, a veces, contradictorias. Lo cierto es que todo régimen autoritario, reprime desde un absoluto.
En este sentido, el filósofo Primo Levi afirmaba "existe Auschwitz, no existe Dios" y mientras, en uno de sus discursos, el ex presidente norteamericano, George W. Bush, expresaba la frase "Dios no es neutral", al comienzo de lo que en principio llamó "la guerra infinita". Detrás, se construía mediáticamente la "demonización del Oriente bárbaro". En un mundo en donde el "silencio" de Dios es agobiante, los seres humanos tenemos la obligación de tomar la palabra. Bajo esta premisa, el Papa Francisco, poco más de diez años después de comenzado este proceso, intenta poner fin a lo que denomina "la violencia insensata". Pero este hecho no parece generar empatía alguna con los miembros del grupo terrorista Estado Islámico (o ISIS por su sigla en Inglés) quienes perciben a la máxima figura de la iglesia católica como un "portador de falsas verdades" y hasta incluso, lo han amenazado de muerte.
Son algo más que fundamentalistas religiosos. Son Muyaidines, ciudadanos comprometidos con la Yihad. La Yihad es la obligación religiosa musulmana y en este contexto, su objetivo es un Estado Islamizado y unificado, regido según las leyes del Corán. Para luchar contra lo que el terrorista de ISIS, Yihaidy John, definía en sus videos como "la imposición de Washington de una política autoritaria"; recurren al terror. El terrorismo es tan rechazable como el bombardeo indiscriminado de EE.UU, es claro, pero tiene una lógica. Transmitir terror a la población, les resulta efectivo porque es impredecible y es justamente este, el gran desafío que tienen los ejércitos aliados al plantear una estrategia contra el terrorismo. Si se mata inocentes, se crea el máximo terror. Cuando no se sabe porqué se está matando, cuando no hay reglas en el combate, se logra el máximo de terror. No obstante, esto es algo que también han aplicado los Estados Unidos a los presos en Guantánamo, a través de las torturas comprobadas por Human Rights Watch. Pero en este caso, se trata del empleo del dolor, de una manera que se supone, es racional, puesto que implica el empleo de una técnica para ejercer el dolor.
Con idas y venidas, la zona geográfica contenida en el concepto "mundo árabe" se ha convertido hace ya algunos años en botín de guerra de las potencias y en objeto de todo tipo de calamidades. En el primer ataque de EE.UU hacia focos claves de ISIS en Siria, murieron siete islamistas y ocho civiles, lo cual no sólo demuestra grabes imprecisiones sino también implican violaciones al Derecho Internacional y la soberanía de dicho país. Por su parte, en esta ocasión, EE.UU ya no quiere intervenir en la región con soldados. En el fondo, Washington intenta evitar pagar el costo político que implican la muerte de más ciudadanos norteamericanos, a sabiendas de no tener la certeza de cuando finalizará esta nueva embestida contra Estado Islámico.
De este modo, es complejo ponderar las virtudes de una desmedida e híper prolongada intervención armada extranjera en medio oriente. Por un lado, se busca proteger a las poblaciones kurdas y opositoras al régimen en la región, que son objeto de ataques constantes por parte de los jihadistas de Estado Islámico. Y por otro lado, se genera una metástasis del conflicto que involucra como aliados de EE.UU, en esta ocasión, a países cercanos como Jordaña, Arabia Saudita y Bahrein, país este último, que alberga a la flota principal de la U.S Navy desde donde se están lanzando misiles tomahawk y despegan aviones no tripulados para los bombardeos en Siria. El intervencionismo militar que EE.UU ejerce en la región, no es controlado. Mueren civiles y de los ataques en Siria, lo único que se visualiza son un conjunto de luces de colores en medio de la oscuridad de la noche. En este complejo escenario, lo mejor es velar siempre por la protección de los derechos humanos ante todo. La protección de civiles frente a la desmesura del poder de los Estados, parece ser la opción alternativa más rápida y eficiente, para los miles de refugiados que hoy buscan ser acogidos como extraños en las fronteras.
Fuente: carlospazvivo.com
Los extraños de Oriente
Reviewed by luis
on
9/29/2014
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