Las Zeolitas y la guerra de las Malvinas #especial

Corría el año 1982, los primeros tres meses para ser más precisos, una ola de frío invernal azotaba Inglaterra y muy particularmente a la ciudad de Manchester, donde nos encontrábamos realizando estudios de doctorado en su prestigiosa Universidad. Los propios lugareños estaban sorprendidos por las nevadas que estaban observando, acostumbrados a climas más benévolos gracias a las corrientes cálidas procedentes del golfo de México, que moderan las temperaturas de la Gran Bretaña situándolas normalmente entre cinco y diez grados por encima de las zonas del continente europeo ubicadas a igual latitud. Basta decir que ese año se observó una temperatura de –26 grados centígrados en la villa de Edgmond, la más baja registrada en este país hasta el día de hoy.

A pesar de estas gélidas condiciones ambientales, el entorno político estaba hirviendo con las amenazas provenientes de la junta militar argentina, presidida por el General Leopoldo Galtieri, de recuperar por vía militar las islas Malvinas, hecho que se concretó el dos de abril de ese año y que se prolongó por 74 días hasta que el archipiélago fue recuperado por la armada británica, luego de una cruenta batalla naval que provocó centenares de muertos y una rendición humillante para Argentina pero que, por otro lado, aceleró la salida de la dictadura y el regreso de la democracia al país austral.

En contrapartida, el gobierno de la primera ministra Margaret Thatcher -química de profesión- que estaba en franca caída de popularidad antes del conflicto por sus duras y represivas medidas económicas y políticas, vio subir su imagen como la espuma hasta el punto de ser reelegida repetidamente hasta 1990, completando los 11 años que se convirtieron en el período más largo ejercido por un primer ministro británico en el siglo XX.

Fueron meses duros para quienes como latinoamericanos nos sentíamos entre dos aguas, por una parte identificados cultural y geográficamente con el país de los tangos y por la otra vinculados afectivamente con otro más distante, pero al que aprendimos a querer y valorar por la calidad humana de sus vecinos y de los profesores y compañeros de la universidad, gente amable y solidaria. Fue precisamente esta condición humana y el temperamento flemático de los ingleses, lo que nos hizo sentir bien acogidos y a salvo de hostilidades que inicialmente pensábamos se producirían por nuestra condición de suramericanos. Ni siquiera los argentinos, que allí residían por cientos, sufrieron vejaciones por motivo de esta innecesaria confrontación.

Una de las lecciones que dejó este enfrentamiento bélico fue la clara dependencia energética y debilidad tecnológica de los países en desarrollo frente a las grandes potencias industrializadas, que se unieron todas en defensa de la causa británica.

La producción de gasolina para aviación y otros usos, no es posible si no se cuenta con abastecimiento suficiente del catalizador que se emplea en el proceso de craqueo catalítico fluidizado, FCC (Fluid Catalytic Cracking) del cual escribimos en una nota previa de este blog. Aunque, por razones obvias, esta información no aparece reseñada en la literatura convencional, las tres empresas transnacionales que tenían para la época el monopolio de la producción de este insumo, dejaron de suministrarlo a las refinerías argentinas para afectar su disponibilidad de combustible. La solidaridad geopolítica de países amigos y vecinos, entre los cuales se cuenta Venezuela, permitió que este líquido energético vital les llegara por otras vías.

En vista de esta fragilidad tecnológica, los gobiernos de los países suramericanos con potencial petrolero y músculo financiero, como Argentina, Brasil y Venezuela, se plantearon la necesidad de construir plantas en su territorio, con tecnología propia o transferida, para la fabricación de estos catalizadores estratégicos.

Fue así como en 1985 vio la luz la Fábrica Carioca de Catalizadores, FCC, cuyas siglas se hicieron coincidir, muy creativamente, con las del proceso de refinación para el cual está dirigido su producto, siendo su logotipo la representación de una zeolita, su componente principal. Esta planta, la cual tuvimos oportunidad de visitar, está ubicada en Río de Janeiro y además de satisfacer la demanda interna de Brasil exporta para refinerías de Colombia y Perú.

Motivados por esta realidad, un grupo de investigadores iberoamericanos fuimos convocados por el Dr. Paulino Andréu, uno de los fundadores en 1964 de los estudios de la catálisis en Venezuela, para integrarnos en un proyecto de investigación para el desarrollo de catalizadores para el proceso de craqueo catalítico en lecho fluidizado, dentro del marco del subprograma V  sobre catalizadores y adsorbentes, adscrito al programa de ciencia y tecnología para el desarrollo, CYTED, el cual fue creado en 1984 por la comisión interministerial de ciencia y tecnología y el instituto de cooperación iberoamericana, ambos de España, con el apoyo de la UNESCO, OEA Y CEPAL.

Este proyecto que se inició en 1985 con la participación de 25 investigadores de Argentina, Brasil, España, México y Venezuela, finalizó en 1992 con la entrega de un informe de 410 páginas, cuya portada aparece en la figura inserta, que incluye una descripción y discusión pormenorizada de las diferentes etapas del proyecto, a saber: La síntesis a escala de laboratorio de las zeolitas y matrices que constituyen la base del catalizador final, los diversos tratamientos físicoquímicos a los que se sometieron estas zeolitas para su optimización y estabilización, la preparación a escala piloto de las diferentes formulaciones, pruebas catalíticas con cargas reales en unidades MAT (microactivity test), para determinar su actividad a escala de laboratorio, pruebas de actividad, selectividad y regeneración en plantas pilotos de las empresas petroleras CEPSA (España) y PDVSA-INTEVEP- (Venezuela), en las que se incluyeron catalizadores industriales para efectos de comparación. Finalmente, se realizó un estudio de prefactibilidad técnico-económico, con base a los datos recabados, para la instalación de una planta industrial de fabricación del catalizador.

Los resultados obtenidos en CEPSA describen al catalizador  CYTED, como competitivo con los comerciales, con buen octanaje de la gasolina producida y buena selectividad a gases LPG deseados para petroquímica. Por su parte, los resultados de los ensayos hechos en INTEVEP que fueron más completos puesto que se realizaron a baja y alta severidad, arrojaron una buena selectividad a olefinas de alquilación y baja formación de coque. Se señala, además, que los valores de conversión, los rendimientos en coque y en carga potencial de alquilación, lucen atractivos para cualquier operación comercial. El estudio de factibilidad técnico-económico, el cual incluyó el diagrama integrado de flujo de la planta, concluyó que este proceso resulta factible técnica y económicamente recomendando su ubicación en Venezuela por su mayor rentabilidad.

Desafortunadamente no hubo en aquella oportunidad la voluntad política para tomar una decisión tan importante y necesaria en Venezuela, pero aún estamos a tiempo. La materialización de esta propuesta nos haría menos dependientes tecnológicamente en un área tan sensible para nuestra soberanía, palabra tan manida en el discurso y tan ignorada en la práctica.

Los investigadores venezolanos, como lo hicimos en 1985, daremos un paso al frente ante este reto tecnológico de hacer ciencia al servicio del desarrollo autóctono.

El balón está del otro lado de la cancha…

Por: Zeolitas Digitales

panchomachado.wordpress.com
Las Zeolitas y la guerra de las Malvinas #especial Las Zeolitas y la guerra de las Malvinas #especial Reviewed by luis on 1/29/2015 Rating: 5

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