¿Quién va a ganar la guerra de los precios del petróleo? @mariannaparraga #especial
1. ¿Que está pasando con el precio del crudo? Los precios del petróleo mostraron una recuperación sólida la semana pasada. Es la primera vez que sucede desde agosto, dándole por ahora la razón a algunos economistas y analistas quienes ya han comenzado a vaticinar el fin de la racha bajista de cinco meses que llevó la cotización de la cesta venezolana de crudo y derivados en torno a los 40 dólares por barril y las manos de funcionarios del gobierno de Maduro y de otros tantos países productores a la cabeza.
Todos –productores y consumidores de petróleo– están de acuerdo en que esta caída no es ni remotamente similar a la de 2008-2009. Su origen no es la abrupta contracción de la demanda producto de una depresión económica global, sino un crecimiento inusitado de la oferta de barriles sin contraparte en el consumo, protagonizado principalmente por naciones externas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como Estados Unidos, y por miembros del cartel como Irak que no están adscritos al otrora llamado “sistema de cuotas”.
Pero esta última afirmación también se debe matizar: aunque el incremento más rápido de producción en los últimos dos años efectivamente lo registró Estados Unidos, agregando alrededor de 1 millón de barriles diarios (bpd), también es cierto que el gobierno de Obama aún no se atreve a eliminar un veto a la exportación de crudo que acumula cuatro décadas, de manera que el país del norte, a punta de licencias individuales de exportación, sólo ha alcanzado a vender en el mercado externo un récord de 400.000 bpd de crudo y condensados.
2. ¿Cómo afecta la producción de EE.UU. los precios? Esos 400.000 bpd no enriquecen ni empobrecen a nadie. Estados Unidos no está inundando el mundo con su petróleo. Pero lo que sí hace mella sobre el balance oferta-demanda es el increíble desplazamiento de importaciones que ha logrado Estados Unidos, afectando primero a los países de África Occidental y luego a productores del Medio Oriente y América Latina, muchos de ellos agrupados en la OPEP.
Este fenómeno es el que explica mejor la intransigente posición de Arabia Saudita (el único miembro con poder individual de decisión dentro de la OPEP), que en esta ocasión no apoya un recorte en la producción. El origen de la caída de precios no es una contracción de la demanda, así que cualquiera que retire barriles del mercado en este momento será parcialmente desplazado por otros exportadores que no recortarán. Es decir: si la OPEP cede, perderá participación de mercado todavía más rápido de lo que ha ocurrido hasta ahora.
Entonces, ¿sí estamos hablando de una guerra de precios?
3. ¿Pacto o guerra? Algunos funcionarios han dicho que no se puede hablar guerra de precios y otros que sí. Politiquería aparte, estamos ante una carrera de resistencia cuya victoria la obtendrán quienes puedan resistir precios del crudo bajos durante un período prolongado.
Y, cuando se habla de precios bajos, no es posible afirmar que aquello que vemos al final del túnel sea una luz. Firmas internacionales de análisis han vuelto a ajustar a la baja en días recientes sus pronósticos de precios para 2015, advirtiendo que estos pueden llegar hasta los 20 dólares.
Arabia Saudita, una vez más, está en una posición privilegiada para la resistencia. El año pasado se dio el lujo de recortar unilateralmente sus precios de venta para evitar una mayor pérdida de clientes en Occidente. Además, su presupuesto público ha demostrado estar blindado contra casi cualquier crisis y sus costos de producción son increíblemente bajos en comparación con otros productores. Y, comocorolario, tienen la mayor flexibilidad del mercado global para ajustar sus niveles de producción en corto tiempo.
Estados Unidos, en contraparte, tiene casi todas sus esperanzas de incremento de producción cifradas en el shale crude, que implica mayores costos de producción por ser reservas no convencionales. A esto hay que sumar que su modelo de extracción está increíblemente atomizado en miles de pequeñas empresas independientes, así que situaciones de precios a la baja como ésta comienzan sacando del mercado a los más pequeños. Y luego va escalando hasta llegar a los grandes.
4. ¿Qué es lo que viene? Si Arabia Saudita tiene la mayor flexibilidad del mercado para ajustarse a las condiciones cambiantes de la demanda, Estados Unidos tiene la reacción más veloz ante las fluctuaciones de precios. No por casualidad ya se comenzó a ver el efecto de los precios deprimidos sobre las contrataciones de taladros en Norteamérica, algo que implicará una ralentización de la producción entre 2015 y 2016.
Ahora parecen risibles los argumentos de quienes afirmaban el año pasado que los sauditas y los estadounidenses habían firmado con sangre un pacto secreto para doblegar a otros productores.
Cosas de la propaganda.
En el medio de esta guerra quedan muchos otros productores “buscando cacao” para sortear la crisis. Incluida Venezuela. Los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo recordaron que las consecuencias de la sobre-dependencia de algunos miembros de la OPEP de sus ingresos por exportaciones petroleras estaban avisadas.
Venezuela depende en este momento en 96% de los petrodólares como ingreso en moneda dura, en plena administración de un control de cambio que tiene al país seco de dólares y de muchas otras cosas más. Y este tipo de situaciones –con presupuestos públicos mutilados y drásticos recortes dentro y fuera de la industria petroleros– se repite entre países africanos y alguno de los considerados del “primer mundo”.
Pero aún no suena la campana final.
Marianna Párraga
Venezuelan. Energy correspondent in Houston. Troubled mom of twins/ Periodista de petróleo. Mamá de gemelos. Autora del libro Oro Rojo. Mis opiniones son miítas
Twitter: @mariannaparraga
hyperconectados.bligoo.com
Todos –productores y consumidores de petróleo– están de acuerdo en que esta caída no es ni remotamente similar a la de 2008-2009. Su origen no es la abrupta contracción de la demanda producto de una depresión económica global, sino un crecimiento inusitado de la oferta de barriles sin contraparte en el consumo, protagonizado principalmente por naciones externas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como Estados Unidos, y por miembros del cartel como Irak que no están adscritos al otrora llamado “sistema de cuotas”.
Pero esta última afirmación también se debe matizar: aunque el incremento más rápido de producción en los últimos dos años efectivamente lo registró Estados Unidos, agregando alrededor de 1 millón de barriles diarios (bpd), también es cierto que el gobierno de Obama aún no se atreve a eliminar un veto a la exportación de crudo que acumula cuatro décadas, de manera que el país del norte, a punta de licencias individuales de exportación, sólo ha alcanzado a vender en el mercado externo un récord de 400.000 bpd de crudo y condensados.
2. ¿Cómo afecta la producción de EE.UU. los precios? Esos 400.000 bpd no enriquecen ni empobrecen a nadie. Estados Unidos no está inundando el mundo con su petróleo. Pero lo que sí hace mella sobre el balance oferta-demanda es el increíble desplazamiento de importaciones que ha logrado Estados Unidos, afectando primero a los países de África Occidental y luego a productores del Medio Oriente y América Latina, muchos de ellos agrupados en la OPEP.
Este fenómeno es el que explica mejor la intransigente posición de Arabia Saudita (el único miembro con poder individual de decisión dentro de la OPEP), que en esta ocasión no apoya un recorte en la producción. El origen de la caída de precios no es una contracción de la demanda, así que cualquiera que retire barriles del mercado en este momento será parcialmente desplazado por otros exportadores que no recortarán. Es decir: si la OPEP cede, perderá participación de mercado todavía más rápido de lo que ha ocurrido hasta ahora.
Entonces, ¿sí estamos hablando de una guerra de precios?
3. ¿Pacto o guerra? Algunos funcionarios han dicho que no se puede hablar guerra de precios y otros que sí. Politiquería aparte, estamos ante una carrera de resistencia cuya victoria la obtendrán quienes puedan resistir precios del crudo bajos durante un período prolongado.
Y, cuando se habla de precios bajos, no es posible afirmar que aquello que vemos al final del túnel sea una luz. Firmas internacionales de análisis han vuelto a ajustar a la baja en días recientes sus pronósticos de precios para 2015, advirtiendo que estos pueden llegar hasta los 20 dólares.
Arabia Saudita, una vez más, está en una posición privilegiada para la resistencia. El año pasado se dio el lujo de recortar unilateralmente sus precios de venta para evitar una mayor pérdida de clientes en Occidente. Además, su presupuesto público ha demostrado estar blindado contra casi cualquier crisis y sus costos de producción son increíblemente bajos en comparación con otros productores. Y, comocorolario, tienen la mayor flexibilidad del mercado global para ajustar sus niveles de producción en corto tiempo.
Estados Unidos, en contraparte, tiene casi todas sus esperanzas de incremento de producción cifradas en el shale crude, que implica mayores costos de producción por ser reservas no convencionales. A esto hay que sumar que su modelo de extracción está increíblemente atomizado en miles de pequeñas empresas independientes, así que situaciones de precios a la baja como ésta comienzan sacando del mercado a los más pequeños. Y luego va escalando hasta llegar a los grandes.
4. ¿Qué es lo que viene? Si Arabia Saudita tiene la mayor flexibilidad del mercado para ajustarse a las condiciones cambiantes de la demanda, Estados Unidos tiene la reacción más veloz ante las fluctuaciones de precios. No por casualidad ya se comenzó a ver el efecto de los precios deprimidos sobre las contrataciones de taladros en Norteamérica, algo que implicará una ralentización de la producción entre 2015 y 2016.
Ahora parecen risibles los argumentos de quienes afirmaban el año pasado que los sauditas y los estadounidenses habían firmado con sangre un pacto secreto para doblegar a otros productores.
Cosas de la propaganda.
En el medio de esta guerra quedan muchos otros productores “buscando cacao” para sortear la crisis. Incluida Venezuela. Los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo recordaron que las consecuencias de la sobre-dependencia de algunos miembros de la OPEP de sus ingresos por exportaciones petroleras estaban avisadas.
Venezuela depende en este momento en 96% de los petrodólares como ingreso en moneda dura, en plena administración de un control de cambio que tiene al país seco de dólares y de muchas otras cosas más. Y este tipo de situaciones –con presupuestos públicos mutilados y drásticos recortes dentro y fuera de la industria petroleros– se repite entre países africanos y alguno de los considerados del “primer mundo”.
Pero aún no suena la campana final.
Marianna Párraga
Venezuelan. Energy correspondent in Houston. Troubled mom of twins/ Periodista de petróleo. Mamá de gemelos. Autora del libro Oro Rojo. Mis opiniones son miítas
Twitter: @mariannaparraga
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¿Quién va a ganar la guerra de los precios del petróleo? @mariannaparraga #especial
Reviewed by luis
on
2/11/2015
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