“Ni el petróleo ni el carbón: los biocarburantes serán el combustible del futuro” #especial
El estudio de Tania Álvarez, mejor proyecto de fin de carrera 2015 de Ingenieros
BILBAO - ¿Cómo satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las personas del futuro? Ese es uno de los problemas a los que se enfrenta la sostenibilidad según diferentes documentos internacionales, como el Informe Brundtland (1987) o la Declaración de Río (1992). Este se da, sin ir más lejos, en el plano energético: en 2014, el 90% de la energía primaria se obtuvo de combustibles fósiles como el gas natural, el carbón o el petróleo, todos ellos materias primas finitas, además de caras y contaminantes. Es más, según un informe de ese mismo año de la empresa británica de energía BP, se estima que las reservas de petróleo durarán 53,3 años al ritmo de extracción actual. Todo ello está obligando tanto a las empresas como a los gobiernos a buscar alternativas a los combustibles tradicionales, algo en lo que también se está trabajando en la UPV/EHU. Precisamente, el Premio al Mejor Proyecto Fin de Carrera de este año, que se entregó ayer en las Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao, versa sobre un carburante ecológico alternativo.
Tania Álvarez Olarte es una joven de 23 años titulada en Ingeniería Química por la UPV/EHU. Bajo el título Transformación de carbohidratos en bio-productos de interés, ha realizado un estudio sobre las ventajas del compuesto 2,5-dimetilfurano (DMF) como sustituto a los derivados del petróleo, merecedor de este galardón. “Trataría sobre la obtención de biocombustible a través de residuos vegetales”, explica. Concretamente de la fructosa, un azúcar que se encuentra en los vegetales, la fruta y la miel.
“El uso del DMF tiene muchas ventajas, tanto en el plano medioambiental como en el técnico”, asegura Álvarez. Sobre el primero, menciona que, entre otros, no contribuiría al calentamiento global, ya que la producción de dióxido de carbono sería neutra. “Al obtener la fructosa de residuos vegetales no se generaría más dióxido de carbono que el ya originado por la fotosíntesis”. Asimismo, tampoco se produciría azufre ni nitrógeno, que pueden derivar en lluvia ácida, afectar al ozono troposférico y generar problemas respiratorios.
REDUCIENDO COSTES En cuanto al ámbito técnico, Álvarez destaca que mediante el proceso de su proyecto es posible extraer más fácilmente el catalizador -la sustancia más cara- y reutilizarlo, reduciendo así los costes de producción. También señala que el DMF se puede transportar de forma líquida a diferencia del etanol -otro biocombustible-, lo que posibilita, una vez más, abaratar los costos. “Y lo más importante es que no compite con la comida”.
Precisamente, una de las principales desventajas de los “biocombustibles de primera generación” es que proceden de materias primas que compiten con los productos alimentarios, como el maíz o la remolacha. Tal es el caso del etanol. “Si se utilizara el maíz para obtener biocombustible su precio aumentaría por la ley de la oferta y la demanda”, explica Álvarez. Ello generaría problemas a la hora de adquirir estos productos, sobre todo en los países más pobres, favoreciendo el hambre en el mundo al ser de productos de primera necesidad. “Por el contrario, los biocarburantes de segunda generación, al obtenerse a partir de residuos vegetales, no inducirían en esta problemática”.
Más allá de las cuestiones medioambientales y técnicas, los biocombustibles en general supondrían, además, un impulso al sector agrícola. “Se podría convertir en una fuente de generación de empleo, abriendo una nueva actividad en el plano rural”. Y al tratarse de residuos vegetales, podrían aprovecharse tierras de cultivo que no reúnen las características para crecer comestibles.
¿Cuál es la pega? La cantidad de financiación requerida. “Tanto investigar estas alternativas como implantarlas en un futuro supondrá una inversión importante”, admite Álvarez. Pero opina que merece la pena.
El petróleo es un recurso energético ni renovable ni sostenible, además de caro, contaminante y que es necesario importar. Según Álvarez, hay que buscar alternativas respetuosas con el medio ambiente. “Aunque ahora sean menos rentables en un futuro generarán grandes beneficios”, asegura. Por ello, cree que Euskadi debería optar por esta vía y continuar investigando este tipo biocombustibles. “Los biocarburantes serán el combustible del futuro”, concluye.
Fuente: dela.com
BILBAO - ¿Cómo satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las personas del futuro? Ese es uno de los problemas a los que se enfrenta la sostenibilidad según diferentes documentos internacionales, como el Informe Brundtland (1987) o la Declaración de Río (1992). Este se da, sin ir más lejos, en el plano energético: en 2014, el 90% de la energía primaria se obtuvo de combustibles fósiles como el gas natural, el carbón o el petróleo, todos ellos materias primas finitas, además de caras y contaminantes. Es más, según un informe de ese mismo año de la empresa británica de energía BP, se estima que las reservas de petróleo durarán 53,3 años al ritmo de extracción actual. Todo ello está obligando tanto a las empresas como a los gobiernos a buscar alternativas a los combustibles tradicionales, algo en lo que también se está trabajando en la UPV/EHU. Precisamente, el Premio al Mejor Proyecto Fin de Carrera de este año, que se entregó ayer en las Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao, versa sobre un carburante ecológico alternativo.
Tania Álvarez Olarte es una joven de 23 años titulada en Ingeniería Química por la UPV/EHU. Bajo el título Transformación de carbohidratos en bio-productos de interés, ha realizado un estudio sobre las ventajas del compuesto 2,5-dimetilfurano (DMF) como sustituto a los derivados del petróleo, merecedor de este galardón. “Trataría sobre la obtención de biocombustible a través de residuos vegetales”, explica. Concretamente de la fructosa, un azúcar que se encuentra en los vegetales, la fruta y la miel.
“El uso del DMF tiene muchas ventajas, tanto en el plano medioambiental como en el técnico”, asegura Álvarez. Sobre el primero, menciona que, entre otros, no contribuiría al calentamiento global, ya que la producción de dióxido de carbono sería neutra. “Al obtener la fructosa de residuos vegetales no se generaría más dióxido de carbono que el ya originado por la fotosíntesis”. Asimismo, tampoco se produciría azufre ni nitrógeno, que pueden derivar en lluvia ácida, afectar al ozono troposférico y generar problemas respiratorios.
REDUCIENDO COSTES En cuanto al ámbito técnico, Álvarez destaca que mediante el proceso de su proyecto es posible extraer más fácilmente el catalizador -la sustancia más cara- y reutilizarlo, reduciendo así los costes de producción. También señala que el DMF se puede transportar de forma líquida a diferencia del etanol -otro biocombustible-, lo que posibilita, una vez más, abaratar los costos. “Y lo más importante es que no compite con la comida”.
Precisamente, una de las principales desventajas de los “biocombustibles de primera generación” es que proceden de materias primas que compiten con los productos alimentarios, como el maíz o la remolacha. Tal es el caso del etanol. “Si se utilizara el maíz para obtener biocombustible su precio aumentaría por la ley de la oferta y la demanda”, explica Álvarez. Ello generaría problemas a la hora de adquirir estos productos, sobre todo en los países más pobres, favoreciendo el hambre en el mundo al ser de productos de primera necesidad. “Por el contrario, los biocarburantes de segunda generación, al obtenerse a partir de residuos vegetales, no inducirían en esta problemática”.
Más allá de las cuestiones medioambientales y técnicas, los biocombustibles en general supondrían, además, un impulso al sector agrícola. “Se podría convertir en una fuente de generación de empleo, abriendo una nueva actividad en el plano rural”. Y al tratarse de residuos vegetales, podrían aprovecharse tierras de cultivo que no reúnen las características para crecer comestibles.
¿Cuál es la pega? La cantidad de financiación requerida. “Tanto investigar estas alternativas como implantarlas en un futuro supondrá una inversión importante”, admite Álvarez. Pero opina que merece la pena.
El petróleo es un recurso energético ni renovable ni sostenible, además de caro, contaminante y que es necesario importar. Según Álvarez, hay que buscar alternativas respetuosas con el medio ambiente. “Aunque ahora sean menos rentables en un futuro generarán grandes beneficios”, asegura. Por ello, cree que Euskadi debería optar por esta vía y continuar investigando este tipo biocombustibles. “Los biocarburantes serán el combustible del futuro”, concluye.
Fuente: dela.com
“Ni el petróleo ni el carbón: los biocarburantes serán el combustible del futuro” #especial
Reviewed by luis
on
5/28/2015
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