¿Cuándo aumentarán los precios del petróleo?
Los cálculos del Banco de Inglaterra han establecido que el 21,4% de la caída de los precios del petróleo era explicada por factores ajenos a la oferta o la demanda entre junio de 2014 y octubre de 2015. En esta categoría inexplicada podemos incluir la sobrerreacción del mercado cuyo papel está siendo clave en el redoblamiento de las presiones a la baja sobre el crudo a comienzos de 2016. En el corto plazo, no debemos descartar nuevos recortes, si bien los actuales precios son insostenibles en el largo.
El aumento de la oferta de crudo y las dudas hacia el crecimiento mundial explican gran parte del derrumbe del petróleo que, a su vez, pone en peligro la supervivencia de muchas explotaciones. El objetivo de las empresas es maximizar el beneficio y esto implica fijar un precio igual al coste marginal (variación del coste cuando se produce una unidad adicional), siempre que el precio sea superior al coste variable medio.
La evolución a la baja de los precios del crudo aboca a más explotaciones petroleras a la anterior tesitura y, por tanto, al ajuste de su oferta al no poder soportar las pérdidas durante mucho tiempo. Las nuevas tecnologías extractivas supusieron el “boom” de los hidrocarburos no convencionales y las reservas probadas de crudo aumentaron fuertemente, revolucionando el mercado del petróleo. El máximo exponente de esta situación es EEUU, pues sus reservas aumentaban desde 19.121 millones de barriles en 2008 hasta 36.385 millones en 2014 e igualaban los registros de principios de los setenta, a la vez que ponían fin a más de tres décadas de caídas. A largo plazo, el aumento del petróleo disponible pone techo a su precio, si bien en el corto la clave radica en si es rentable su extracción.
La reducción de explotaciones en EEUU es un buen ejemplo de los ajustes que llegarán a escala global. En noviembre, el país contaba con 760 plataformas y torres de perforación en activo, frente al promedio de 1.862 de 2014, y la producción nacional de crudo descendía desde los máximos de 9,7 millones barriles de abril hasta 9,3 millones en octubre. Estos datos de la Administración de Información Energética estadounidense confirman el ajuste y sus previsiones la continuidad del mismo, dado que apuntan una reducción de la producción del 6% en 2016 y esto cobra importancia ahora que EEUU se ha unido al club de exportadores de petróleo.
Las anteriores cifras son muy ilustrativas de las consecuencias de la falta de rentabilidad del sector y explican el interés de Irán por adquirir o promover refinerías como parte de su estrategia para dar salida a su producción y recuperar cuota a nivel global. Este sistema, utilizado por otros países, permite compensar las pérdidas o bajos márgenes de la actividad de extracción con los mayores ingresos de los productos refinados, si bien su implementación es compleja y el interés de Irán en el mismo implica que no venderá petróleo a cualquier precio.
Las cuestiones técnicas también pueden contribuir a que la oferta iraní sea comedida, aunque lo que realmente marcará el momento de su entrada decisiva en el mercado serán los resultados (conflictos a un lado) de la estrategia saudí para eliminar a los productores menos competitivos. Arabia Saudí atesora unas reservas probadas de 267.000 millones de barriles de petróleo y diariamente produce algo más de 10 millones, es decir, al ritmo actual podría producir casi 70 años más y, seguramente, en este plazo la tecnología haga del petróleo algo menos valioso.
El objetivo saudí no son los ingresos a corto plazo, sino maximizarlos a largo plazo y su estrategia ya empieza a dar resultados, como mostraba el ejemplo del sector estadounidense.
En nuestra opinión, la oferta de petróleo tenderá a crecimientos modestos, dado que el crudo iraní y la capacidad ociosa del resto de la OPEP (2,5 millones de barriles diarios) compensarán los efectos sobre la producción de la suspensión de inversiones y la actividad en las instalaciones más costosas, provocada por el actual escenario de precios bajos. Así, el exceso de oferta se reducirá ante una economía mundial que crecerá próxima al 3% y permitirá que el consumo promedio supere los 95 millones en 2016, según la Agencia Internacional de la Energía y las estimaciones gubernamentales estadounidenses.
El error es confundir las dudas hacia la economía global con caídas del consumo, cuando en realidad implican crecimientos menores de lo esperado meses atrás. Ahora bien, la pregunta a plantear es cuándo aumentarán los precios del petróleo y la respuesta es compleja. En el corto plazo, la sobrerreacción del mercado seguirá pesando y el freno de la oferta no será suficiente, debiendo absorberse primero el exceso de inventarios antes de iniciarse una remontada sostenible de los precios. Por ejemplo, los inventarios comerciales de los países de la OCDE rozan los 3.000 millones de barriles y superan en 260 millones la media de 5 años, representando en octubre las necesidades de 31,7 días de consumo (+2,1 días respecto a 2014).
La normalización de los precios del petróleo será costosa pero los fundamentales apuntan a que éste es el escenario central a medio plazo, planteándose un nivel de equilibrio en el rango de 40-50 $ por barril. La revolución de los hidrocarburos no convencionales implica estructuralmente más petróleo disponible y, por tanto, menores niveles de llegada de los precios, una vez salvada la sobrerreacción.
No obstante, afrontamos el riesgo de la prolongación de los bajos precios durante demasiado tiempo y, vinculado a ella, la proliferación de los impagos de las petroleras más débiles y la aceleración de su desaparición, mientras que los países productores se verían obligados a hacer uso de los recursos de sus fondos soberanos y las reservas para cubrir los desfases de las cuentas públicas y proteger la divisa. En otras palabras, la inestabilidad en los mercados iría en aumento y retroalimentaría la pérdida de confianza. Un episodio de tensión que podría verse seguido, tiempo después, por fricciones en la oferta de petróleo derivadas de la crisis previa de los productores, impactando en forma de mayores precios del crudo y deterioro de la actividad en los países consumidores. Éste sería el “cisne negro” derivado del mantenimiento de los bajísimos precios del petróleo y, por tanto, un escenario con una probabilidad mínima, pero tampoco debemos olvidar que los riesgos existen.
Fuente: Consenso del Mercado
El aumento de la oferta de crudo y las dudas hacia el crecimiento mundial explican gran parte del derrumbe del petróleo que, a su vez, pone en peligro la supervivencia de muchas explotaciones. El objetivo de las empresas es maximizar el beneficio y esto implica fijar un precio igual al coste marginal (variación del coste cuando se produce una unidad adicional), siempre que el precio sea superior al coste variable medio.
La evolución a la baja de los precios del crudo aboca a más explotaciones petroleras a la anterior tesitura y, por tanto, al ajuste de su oferta al no poder soportar las pérdidas durante mucho tiempo. Las nuevas tecnologías extractivas supusieron el “boom” de los hidrocarburos no convencionales y las reservas probadas de crudo aumentaron fuertemente, revolucionando el mercado del petróleo. El máximo exponente de esta situación es EEUU, pues sus reservas aumentaban desde 19.121 millones de barriles en 2008 hasta 36.385 millones en 2014 e igualaban los registros de principios de los setenta, a la vez que ponían fin a más de tres décadas de caídas. A largo plazo, el aumento del petróleo disponible pone techo a su precio, si bien en el corto la clave radica en si es rentable su extracción.
La reducción de explotaciones en EEUU es un buen ejemplo de los ajustes que llegarán a escala global. En noviembre, el país contaba con 760 plataformas y torres de perforación en activo, frente al promedio de 1.862 de 2014, y la producción nacional de crudo descendía desde los máximos de 9,7 millones barriles de abril hasta 9,3 millones en octubre. Estos datos de la Administración de Información Energética estadounidense confirman el ajuste y sus previsiones la continuidad del mismo, dado que apuntan una reducción de la producción del 6% en 2016 y esto cobra importancia ahora que EEUU se ha unido al club de exportadores de petróleo.
Las anteriores cifras son muy ilustrativas de las consecuencias de la falta de rentabilidad del sector y explican el interés de Irán por adquirir o promover refinerías como parte de su estrategia para dar salida a su producción y recuperar cuota a nivel global. Este sistema, utilizado por otros países, permite compensar las pérdidas o bajos márgenes de la actividad de extracción con los mayores ingresos de los productos refinados, si bien su implementación es compleja y el interés de Irán en el mismo implica que no venderá petróleo a cualquier precio.
Las cuestiones técnicas también pueden contribuir a que la oferta iraní sea comedida, aunque lo que realmente marcará el momento de su entrada decisiva en el mercado serán los resultados (conflictos a un lado) de la estrategia saudí para eliminar a los productores menos competitivos. Arabia Saudí atesora unas reservas probadas de 267.000 millones de barriles de petróleo y diariamente produce algo más de 10 millones, es decir, al ritmo actual podría producir casi 70 años más y, seguramente, en este plazo la tecnología haga del petróleo algo menos valioso.
El objetivo saudí no son los ingresos a corto plazo, sino maximizarlos a largo plazo y su estrategia ya empieza a dar resultados, como mostraba el ejemplo del sector estadounidense.
En nuestra opinión, la oferta de petróleo tenderá a crecimientos modestos, dado que el crudo iraní y la capacidad ociosa del resto de la OPEP (2,5 millones de barriles diarios) compensarán los efectos sobre la producción de la suspensión de inversiones y la actividad en las instalaciones más costosas, provocada por el actual escenario de precios bajos. Así, el exceso de oferta se reducirá ante una economía mundial que crecerá próxima al 3% y permitirá que el consumo promedio supere los 95 millones en 2016, según la Agencia Internacional de la Energía y las estimaciones gubernamentales estadounidenses.
El error es confundir las dudas hacia la economía global con caídas del consumo, cuando en realidad implican crecimientos menores de lo esperado meses atrás. Ahora bien, la pregunta a plantear es cuándo aumentarán los precios del petróleo y la respuesta es compleja. En el corto plazo, la sobrerreacción del mercado seguirá pesando y el freno de la oferta no será suficiente, debiendo absorberse primero el exceso de inventarios antes de iniciarse una remontada sostenible de los precios. Por ejemplo, los inventarios comerciales de los países de la OCDE rozan los 3.000 millones de barriles y superan en 260 millones la media de 5 años, representando en octubre las necesidades de 31,7 días de consumo (+2,1 días respecto a 2014).
La normalización de los precios del petróleo será costosa pero los fundamentales apuntan a que éste es el escenario central a medio plazo, planteándose un nivel de equilibrio en el rango de 40-50 $ por barril. La revolución de los hidrocarburos no convencionales implica estructuralmente más petróleo disponible y, por tanto, menores niveles de llegada de los precios, una vez salvada la sobrerreacción.
No obstante, afrontamos el riesgo de la prolongación de los bajos precios durante demasiado tiempo y, vinculado a ella, la proliferación de los impagos de las petroleras más débiles y la aceleración de su desaparición, mientras que los países productores se verían obligados a hacer uso de los recursos de sus fondos soberanos y las reservas para cubrir los desfases de las cuentas públicas y proteger la divisa. En otras palabras, la inestabilidad en los mercados iría en aumento y retroalimentaría la pérdida de confianza. Un episodio de tensión que podría verse seguido, tiempo después, por fricciones en la oferta de petróleo derivadas de la crisis previa de los productores, impactando en forma de mayores precios del crudo y deterioro de la actividad en los países consumidores. Éste sería el “cisne negro” derivado del mantenimiento de los bajísimos precios del petróleo y, por tanto, un escenario con una probabilidad mínima, pero tampoco debemos olvidar que los riesgos existen.
Fuente: Consenso del Mercado
¿Cuándo aumentarán los precios del petróleo?
Reviewed by Anónimo
on
1/18/2016
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