El problema no es el petróleo sino su efecto "contagio": 2 billones de dólares en juego.
El precio del petróleo es el catalizador de las bolsas. Los inversores temen una nueva oleada de impagos y su impacto sobre la banca.
El precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, se mantiene en el entorno de los 30 dólares por barril, cotizando en mínimos de más de diez años. El crudo se ha hundido en el último año y medio más de un 70% y, a pesar de que el petróleo barato es, en general, una buena noticia, su desplome ha disparado la tensión en las bolsas de medio mundo.
De hecho, más allá de la debilidad económica que registra China o el pinchazo de la burbuja en los emergentes, la cotización del petróleo es lo que está moviendo realmente los mercados en las últimas semanas. ¿Por qué?
En primer lugar, la caída del crudo no se debe a tanto a la falta de demanda como al exceso de oferta. En la actualidad, existe sobreproducción de petróleo. La revolución energética que ha liderado EEUU a través del fracking se ha convertido en una seria y temida competencia para algunos de los principales países productores.
Tanto es así que Arabia Saudí apostó por tirar los precios del crudo para hacer frente al fracking estadounidense, aprovechando, además, que sus costes de extracción son mucho más bajos que el resto de potencias exportadoras.
Como consecuencia de esta particular guerra de precios, donde los factores geopolíticos (los equilibrios en el seno de la OPEP y el conflicto entre Arabia Saudí e Irán) también juegan un papel importante, existe una sobrecapacidad instalada en materia de petróleo que, a corto y medio plazo, generará dos efectos:
El precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, se mantiene en el entorno de los 30 dólares por barril, cotizando en mínimos de más de diez años. El crudo se ha hundido en el último año y medio más de un 70% y, a pesar de que el petróleo barato es, en general, una buena noticia, su desplome ha disparado la tensión en las bolsas de medio mundo.
De hecho, más allá de la debilidad económica que registra China o el pinchazo de la burbuja en los emergentes, la cotización del petróleo es lo que está moviendo realmente los mercados en las últimas semanas. ¿Por qué?
En primer lugar, la caída del crudo no se debe a tanto a la falta de demanda como al exceso de oferta. En la actualidad, existe sobreproducción de petróleo. La revolución energética que ha liderado EEUU a través del fracking se ha convertido en una seria y temida competencia para algunos de los principales países productores.
Tanto es así que Arabia Saudí apostó por tirar los precios del crudo para hacer frente al fracking estadounidense, aprovechando, además, que sus costes de extracción son mucho más bajos que el resto de potencias exportadoras.
Como consecuencia de esta particular guerra de precios, donde los factores geopolíticos (los equilibrios en el seno de la OPEP y el conflicto entre Arabia Saudí e Irán) también juegan un papel importante, existe una sobrecapacidad instalada en materia de petróleo que, a corto y medio plazo, generará dos efectos:
El precio del petróleo se mantendrá más o menos bajo, beneficiando así al 75% de la economía mundial, es decir, a todos los países que son importadores netos de crudo, como es el caso de Europa, EEUU, Japón, China e India, entre otros.
Pero, al mismo tiempo, este desplome impactará con fuerza en el sector energético y en las finanzas de los principales países productores, cuyas economías son muy dependientes de ésa y otras materias primas.
Así, tal y como explica, Daniel Fernández, director de UFM Market Trends, el problema de fondo en este ámbito es que "los flujos de crédito internacionales que fueron a proporcionar financiación a las inversiones relacionadas con commodities pueden sufrir importantes impagos", y, por tanto, "generar tensiones financieras a nivel mundial". Ésta es, sin duda, una de las claves más importantes que están barajando los inversores.
El problema de fondo no es tanto el precio del crudo como su posible efecto contagio al mercado financiero de los países desarrollados. De ahí, precisamente, que la banca de EEUU y Europa haya sido uno de los segmentos más castigados en Bolsa.
Impagos en el sector energético…
Es evidente que los países exportadores están atravesando graves problemas, lo cual, a su vez, puede acabar impactando en los flujos de comercio internacional y en el crecimiento de la economía mundial. Pero a este efecto indirecto se le suma otro muy directo que tiene que ver con la exposición de los bancos de los países ricos al sector Oil & Gas.
Las empresas energéticas han protagonizado un fuerte endeudamiento en los últimos años, acometiendo además cuantiosas inversiones y operaciones corporativas en base a unas estimaciones de precios que, hoy por hoy, están muy lejos de cumplirse. Todo ello arroja dudas sobre su futura viabilidad financiera. Por el momento, las grandes petroleras ya han anunciado importantes recortes de plantilla y la suspensión de numerosos proyectos de prospección con el fin de adaptarse a la nueva situación de precios bajos.
Según la consultora Wood Mackenzie, el sector del petróleo y del gas ha pospuesto o cancelado inversiones por valor de 380.000 millones de dólares desde 2014, incluyendo unos 170.000 millones en proyectos previstos entre 2016 y 2020. El impacto sobre las compañías energéticas está siendo "brutal".
Y, tal y como advierte Álex Fusté, economista jefe de Andbank, el "principal riesgo", auténtico catalizador de las bolsas, es que "la previsible secuencia de defaults de empresas energéticas, y el impago de los llamados Oil & Gas leverage loans, se extiendan mas allá del propio sector".
Los "Oil & Gas leverage loans", préstamos apalancados para comprar y hacer crecer empresas energéticas y devolver el dinero con el valor generado, han aumentado en unos 500.000 millones de dólares tan sólo en los últimos cuatro años.
Tomando como referencia la morosidad del 20% que registraron en su día las hipotecas subprime en EEUU, las pérdidas derivadas del impago de empresas energéticas ascenderían a unos 100.000 millones, una cifra "fácilmente absorbible por la banca".
…Y contagio al mercado de high yield
Sin embargo, el mecanismo de los leverage loan, esencial para la financiación de todas las pequeñas y medianas empresas de EEUU, ha crecido un total de 2 billones de dólares si se suman todos los sectores, no sólo el energético, "una cifra similar a la originación de crédito (subprime) en los cuatro años previos a la crisis del 2007", aclara Fusté.
El riesgo, por tanto, estriba en el contagio. Es decir, que la caída del sector energético acabe paralizando el mercado de leverage loan y de High Yield, deuda corporativa de cuyo correcto funcionamiento (refinanciación) depende la supervivencia de muchas empresas.
"Creemos que el riesgo de contagio desde el sector energético hacia el resto de sectores ha aumentado con el deterioro acelerado del mercado de High Yield en las últimas semanas. En ausencia de actividad en leverage loans (crédito de baja calidad), […] se hace absolutamente imprescindible que el mercado de High Yield americano (única fuente de refinanciación para las empresas) consiga estabilizarse", añade este analista.
En este sentido, un mensaje de la FED anunciando que dejará de subir tipos o nuevas inyecciones de liquidez podrían ayudar a estabilizar el mercado, pero, como éste no es el problema de fondo, "un repunte sostenido del crudo hacia niveles de 40$ calmaría los temores sobre quiebras de empresas energéticas, y por consiguiente, eliminaría el riesgo de contagio". Sin embargo, Fusté aclara que "hoy no se dan las circunstancias para un rebote sostenido en el precio del crudo".
En ausencia de catalizadores que garanticen una estabilización del mercado de High Yield (hoy, piedra angular para el resto del mercado), el riesgo de contagio está presente, y, aunque todavía es bajo, no se puede descartar.
Fuente: M.LLamas
El precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, se mantiene en el entorno de los 30 dólares por barril, cotizando en mínimos de más de diez años. El crudo se ha hundido en el último año y medio más de un 70% y, a pesar de que el petróleo barato es, en general, una buena noticia, su desplome ha disparado la tensión en las bolsas de medio mundo.
De hecho, más allá de la debilidad económica que registra China o el pinchazo de la burbuja en los emergentes, la cotización del petróleo es lo que está moviendo realmente los mercados en las últimas semanas. ¿Por qué?
En primer lugar, la caída del crudo no se debe a tanto a la falta de demanda como al exceso de oferta. En la actualidad, existe sobreproducción de petróleo. La revolución energética que ha liderado EEUU a través del fracking se ha convertido en una seria y temida competencia para algunos de los principales países productores.
Tanto es así que Arabia Saudí apostó por tirar los precios del crudo para hacer frente al fracking estadounidense, aprovechando, además, que sus costes de extracción son mucho más bajos que el resto de potencias exportadoras.
Como consecuencia de esta particular guerra de precios, donde los factores geopolíticos (los equilibrios en el seno de la OPEP y el conflicto entre Arabia Saudí e Irán) también juegan un papel importante, existe una sobrecapacidad instalada en materia de petróleo que, a corto y medio plazo, generará dos efectos:
El precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, se mantiene en el entorno de los 30 dólares por barril, cotizando en mínimos de más de diez años. El crudo se ha hundido en el último año y medio más de un 70% y, a pesar de que el petróleo barato es, en general, una buena noticia, su desplome ha disparado la tensión en las bolsas de medio mundo.
De hecho, más allá de la debilidad económica que registra China o el pinchazo de la burbuja en los emergentes, la cotización del petróleo es lo que está moviendo realmente los mercados en las últimas semanas. ¿Por qué?
En primer lugar, la caída del crudo no se debe a tanto a la falta de demanda como al exceso de oferta. En la actualidad, existe sobreproducción de petróleo. La revolución energética que ha liderado EEUU a través del fracking se ha convertido en una seria y temida competencia para algunos de los principales países productores.
Tanto es así que Arabia Saudí apostó por tirar los precios del crudo para hacer frente al fracking estadounidense, aprovechando, además, que sus costes de extracción son mucho más bajos que el resto de potencias exportadoras.
Como consecuencia de esta particular guerra de precios, donde los factores geopolíticos (los equilibrios en el seno de la OPEP y el conflicto entre Arabia Saudí e Irán) también juegan un papel importante, existe una sobrecapacidad instalada en materia de petróleo que, a corto y medio plazo, generará dos efectos:
El precio del petróleo se mantendrá más o menos bajo, beneficiando así al 75% de la economía mundial, es decir, a todos los países que son importadores netos de crudo, como es el caso de Europa, EEUU, Japón, China e India, entre otros.
Pero, al mismo tiempo, este desplome impactará con fuerza en el sector energético y en las finanzas de los principales países productores, cuyas economías son muy dependientes de ésa y otras materias primas.
Así, tal y como explica, Daniel Fernández, director de UFM Market Trends, el problema de fondo en este ámbito es que "los flujos de crédito internacionales que fueron a proporcionar financiación a las inversiones relacionadas con commodities pueden sufrir importantes impagos", y, por tanto, "generar tensiones financieras a nivel mundial". Ésta es, sin duda, una de las claves más importantes que están barajando los inversores.
El problema de fondo no es tanto el precio del crudo como su posible efecto contagio al mercado financiero de los países desarrollados. De ahí, precisamente, que la banca de EEUU y Europa haya sido uno de los segmentos más castigados en Bolsa.
Impagos en el sector energético…
Es evidente que los países exportadores están atravesando graves problemas, lo cual, a su vez, puede acabar impactando en los flujos de comercio internacional y en el crecimiento de la economía mundial. Pero a este efecto indirecto se le suma otro muy directo que tiene que ver con la exposición de los bancos de los países ricos al sector Oil & Gas.
Las empresas energéticas han protagonizado un fuerte endeudamiento en los últimos años, acometiendo además cuantiosas inversiones y operaciones corporativas en base a unas estimaciones de precios que, hoy por hoy, están muy lejos de cumplirse. Todo ello arroja dudas sobre su futura viabilidad financiera. Por el momento, las grandes petroleras ya han anunciado importantes recortes de plantilla y la suspensión de numerosos proyectos de prospección con el fin de adaptarse a la nueva situación de precios bajos.
Según la consultora Wood Mackenzie, el sector del petróleo y del gas ha pospuesto o cancelado inversiones por valor de 380.000 millones de dólares desde 2014, incluyendo unos 170.000 millones en proyectos previstos entre 2016 y 2020. El impacto sobre las compañías energéticas está siendo "brutal".
Y, tal y como advierte Álex Fusté, economista jefe de Andbank, el "principal riesgo", auténtico catalizador de las bolsas, es que "la previsible secuencia de defaults de empresas energéticas, y el impago de los llamados Oil & Gas leverage loans, se extiendan mas allá del propio sector".
Los "Oil & Gas leverage loans", préstamos apalancados para comprar y hacer crecer empresas energéticas y devolver el dinero con el valor generado, han aumentado en unos 500.000 millones de dólares tan sólo en los últimos cuatro años.
Tomando como referencia la morosidad del 20% que registraron en su día las hipotecas subprime en EEUU, las pérdidas derivadas del impago de empresas energéticas ascenderían a unos 100.000 millones, una cifra "fácilmente absorbible por la banca".
…Y contagio al mercado de high yield
Sin embargo, el mecanismo de los leverage loan, esencial para la financiación de todas las pequeñas y medianas empresas de EEUU, ha crecido un total de 2 billones de dólares si se suman todos los sectores, no sólo el energético, "una cifra similar a la originación de crédito (subprime) en los cuatro años previos a la crisis del 2007", aclara Fusté.
El riesgo, por tanto, estriba en el contagio. Es decir, que la caída del sector energético acabe paralizando el mercado de leverage loan y de High Yield, deuda corporativa de cuyo correcto funcionamiento (refinanciación) depende la supervivencia de muchas empresas.
"Creemos que el riesgo de contagio desde el sector energético hacia el resto de sectores ha aumentado con el deterioro acelerado del mercado de High Yield en las últimas semanas. En ausencia de actividad en leverage loans (crédito de baja calidad), […] se hace absolutamente imprescindible que el mercado de High Yield americano (única fuente de refinanciación para las empresas) consiga estabilizarse", añade este analista.
En este sentido, un mensaje de la FED anunciando que dejará de subir tipos o nuevas inyecciones de liquidez podrían ayudar a estabilizar el mercado, pero, como éste no es el problema de fondo, "un repunte sostenido del crudo hacia niveles de 40$ calmaría los temores sobre quiebras de empresas energéticas, y por consiguiente, eliminaría el riesgo de contagio". Sin embargo, Fusté aclara que "hoy no se dan las circunstancias para un rebote sostenido en el precio del crudo".
En ausencia de catalizadores que garanticen una estabilización del mercado de High Yield (hoy, piedra angular para el resto del mercado), el riesgo de contagio está presente, y, aunque todavía es bajo, no se puede descartar.
Fuente: M.LLamas
El problema no es el petróleo sino su efecto "contagio": 2 billones de dólares en juego.
Reviewed by Anónimo
on
1/27/2016
Rating: