Un Petroleo que puede subir hasta los 80 dolares #analisis
EL PREVISIBLE REEQUILIBRIO ENTRE LA OFERTA Y LA DEMANDA DE CRUDO EN EL SEGUNDO SEMESTRE DEL AÑO QUE VIENE PROVOCARÁ UNA RECUPERACIÓN DE LOS PRECIOS SIN QUE SE PRODUZCA UNA DESACELERACIÓN DEL CRECIMIENTO
Después de más de tres años con los precios del crudo en el entorno de los 100 dólares por barril, a partir de mediados de 2014 ha tenido lugar una de las mayores correcciones de las últimas décadas. La reducción del precio ha venido acompañada de una creciente incertidumbre sobre su evolución futura. Por ejemplo, solo haría falta que la OPEP recortara su producción hasta ajustarla a su actual cuota -pasando de los 31,7 millones de barriles diarios a los 30 millones-, para que los precios recuperaran en un periodo relativamente corto de tiempo los niveles anteriores al 27 de noviembre de 2014 (75 dólares por barril), fecha en la que la OPEP decidió inesperadamente no recortar la producción. Por el lado bajista, ceteris paribus, cualquier empeoramiento sustancial de la economía o entorno financiero de países emergentes clave podría hacer retroceder aún más al precio del crudo, incluso hasta alcanzar niveles no vistos desde principios de este siglo.
Los dos escenarios anteriores se caracterizan por una baja probabilidad de suceso, pero marcan el rango de lo posible en el corto plazo. Actualmente, el contexto es de sobreoferta, pero las dinámicas de demanda y de oferta en marcha soportan un escenario central en el que el reequilibrio del balance se alcanzaría hacia la segunda mitad de 2016.
OFERTA Y DEMANDA
¿Qué factores han llevado a la situación de sobreoferta vigente? ¿Cómo analizar las dinámicas de ajustes que se están produciendo? Durante casi todo el periodo comprendido entre 2011 y la primera mitad de 2014, el rango de precios del petróleo fue de 100-110 dólares por barril. Este equilibrio se sostenía sobre la base de unos incrementos anuales de la demanda global algo por encima de los de la oferta no-OPEP, dejando el ajuste marginal del balance en manos de la producción de los países OPEP, que por su naturaleza de cartel regulaba su producción para estabilizar los precios.
Por el lado de la oferta, el nivel de precios ofrecía estabilidad a la rentabilidad de las inversiones de los productores, en especial de aquellos enfocados en activos de altos costes como los no convencionales de esquistos en EEUU o las operaciones en aguas profundas. Todo esto hacía prever, a principios de 2014, un escenario para el resto de ese año de precios estables.
Pero en la segunda mitad de 2014 comenzó a hacerse evidente la ruptura del equilibrio conseguido en el periodo anterior. Más allá del efecto casi nulo sobre los precios que tuvieron las tensiones geopolíticas de principios de junio (Ucrania-Rusia y la incursión del autodenominado Estado Islámico en el norte de Iraq), coincidieron dos hechos: primero la revisión a la baja que el Fondo Monetario Internacional efectuó sobre el crecimiento económico mundial para 2014 y 2015; y segundo, la sorpresa al alza del aumento previsto de producción en Estados Unidos.
A pesar de las señales bajistas, todo parecía únicamente una situación transitoria de sobreoferta, no muy elevada en términos históricos, y que todo el mundo entendía que sería corregida, como en ocasiones anteriores, por la intervención de los países de la OPEP. Sin embargo, la decisión de la OPEP del 27 de noviembre de 2014 aceleró la caída de los precios en proporciones similares a la de la crisis financiera de 2008.
Esta actitud de la OPEP de no recortar, e incluso producir por encima de su cuota en un escenario de precios bajos, envió al mercado la señal de que en los próximos años el cartel dejaría de regular la oferta; algo que fue fundamental para conseguir la recuperación de precios en 2009-2010. En la crisis de 2008-2009, la demanda se contrajo en casi 3 millones de barriles diarios, arrastrando a la baja los precios, que pasaron desde los 146 a los 36 dólares por barril en ese periodo. Esta caída de precios fue corregida por un recorte masivo de producción por parte de la OPEP -4,2 millones de barriles diarios a finales de 2008- lo que impulsó los precios hasta los 80 dólares por barril a finales de 2009 y hasta los 100 dólares a finales de 2010.
La pregunta es por qué ahora no hay recorte de producción OPEP. ¿Cuál puede ser la explicación? Una es que 55 años después de la creación de la OPEP, Arabia Saudí parece no estar dispuesta a repetir los momentos más grises de su historia. Entre 1980 y 1985, en respuesta a los cambios en la demanda que se produjeron por las políticas de ahorro y diversificación energética tras las crisis del petróleo de la década anterior, y a la consecuente caída de los precios, Arabia Saudí recortó su producción significativamente de forma casi unilateral, pasando de producir 10 millones de barriles diarios a algo más de 3,5 millones. Pero estos recortes no surtieron el efecto deseado de estabilizar el mercado, aunque sí desembocaron en una pérdida de cuota de mercado frente a la producción proveniente de los nuevos campos de Mar del Norte y frente a otros países OPEP que no recortaron la producción. No fue sino hasta la década de los noventa cuando Arabia Saudí volvió a recuperar su cuota de mercado, y únicamente anclando su política de precios a lo que se denominó precio netback o precios sobre la base del rendimiento neto garantizado a los refineros.
LA POLÍTICA DE LA OPEP
En definitiva, la OPEP parece haber concluido que ante el desafío de unos recursos vastos y con altos requerimientos de inversión en ciclos relativamente cortos, como es el caso de los no convencionales de esquistos en EEUU, la estrategia no puede ser mantener artificialmente los precios altos cortando producción sino dejar actuar al mercado, esperar que los bajos precios saquen del mercado aquellos volúmenes con altos costes -en primer lugar los no convencionales y seguidamente los de aguas profundas, por su ciclo inversor más largo-, y sobre todo no perder cuota de mercado. Si Arabia Saudí no tiene éxito en reducir la producción no OPEP, la política actual de no recortar su producción propia parece insostenible en el medio plazo para sus países miembros, ya que la mayoría de éstos soporta presiones sociales y económicas que el actual nivel de precios no permite gestionar con paz social.
Pero es necesario entender que la producción no OPEP está en estrecha relación con la inversión y los precios. Después de varios años de precios históricamente altos, la fuerte inversión que se llevó a cabo en el sector de exploración y producción (E&P) trajo como consecuencia natural un aumento significativo de la oferta no OPEP. El crecimiento de la oferta de la no OPEP se basó principalmente en dos países: EEUU y Canadá, que fueron responsables de más del 90% de todo lo introducido en el periodo 2009-2014. Yendo al detalle, el petróleo no convencional de estos dos países representó cinco millones de barriles/dólar, de un aumento total de 6,1 millones, y solo en 2014 estos crudos aumentaron casi dos millones.
La inversión tiene la particularidad de responder rápidamente a los precios bajos, por lo que ante un escenario como el actual en el que las perspectivas de precios no son halagüeñas a corto plazo, es inevitable que el vector de incremento de la producción de la no OPEP de los últimos años -los recursos no convencionales- en cierta medida se revierta, y no por falta de recursos en el subsuelo, sino simplemente por falta de inversión. Pero es imposible negar que esta reacción se está retrasando gracias al ajuste de los costes y a las ganancias de eficiencia en la producción, que han compensado en cierta medida la caída de los precios. Actualmente, estas vías parecen agotadas y el fuerte declino natural de la producción de estos recursos, que en los primeros años multiplica hasta por diez al declino de la producción convencional, hace que ésta sea una pelea con resultado conocido: la producción no convencional se corregirá significativamente.
¿CRECIMIENTO O DESACELERACIÓN?
Todo esto se enmarca además en un escenario de demanda creciente. En ningún caso la situación actual es comparable con la crisis de 2008, o con el periodo postcrisis del petróleo de 1980, en los cuales el consumo se contrajo de forma extraordinaria. Incluso en el periodo 2011-2013, cuando predominaron los precios del crudo por encima de los 100 dólares, el ritmo de crecimiento del consumo no cayó por debajo del 1%. En 2015, con precios bajos, la demanda de petróleo mundial vuelve a crecer al 1,8% histórico, y cifras similares se esperan para 2016.
En cuanto al temor de desaceleración o contracción de los países emergentes, el análisis recae casi en su totalidad en China. Toda la incertidumbre que este verano se generó con respecto a la evolución económica de China ha resultado ser en cierta medida exagerada. En China se conjuga la desaceleración de su economía con el reequilibrio desde un modelo basado en las exportaciones y la inversión hacia uno más basado en el consumo interno. Asumiendo, como no puede ser de otra forma, un contexto muy distinto al de hace unos años, las perspectivas para el país asiático se centran en un escenario de estabilidad en el que ha aumentado el margen de maniobra respecto a principios de año, sobre todo en políticas fiscales, cuyo resultado tendrán un impacto positivo en materia de infraestructura. Dinámicas positivas para el consumo de petróleo.
Como se ha visto, la sinergia de las dinámicas actuales de la oferta y la demanda hace que sea previsible un reequilibrio del balance oferta-demanda hacia la segunda mitad de 2016. Esto provocaría una recuperación de los precios en el corto y medio plazo hasta el entorno de los 60-80 dólares por barril, rango que por el lado de la demanda no revertiría en una desaceleración sustancial de su crecimiento y que, por el lado de la oferta, daría estabilidad para las inversiones en exploración y producción.
Fuente:Antonio Merino Garcia
Después de más de tres años con los precios del crudo en el entorno de los 100 dólares por barril, a partir de mediados de 2014 ha tenido lugar una de las mayores correcciones de las últimas décadas. La reducción del precio ha venido acompañada de una creciente incertidumbre sobre su evolución futura. Por ejemplo, solo haría falta que la OPEP recortara su producción hasta ajustarla a su actual cuota -pasando de los 31,7 millones de barriles diarios a los 30 millones-, para que los precios recuperaran en un periodo relativamente corto de tiempo los niveles anteriores al 27 de noviembre de 2014 (75 dólares por barril), fecha en la que la OPEP decidió inesperadamente no recortar la producción. Por el lado bajista, ceteris paribus, cualquier empeoramiento sustancial de la economía o entorno financiero de países emergentes clave podría hacer retroceder aún más al precio del crudo, incluso hasta alcanzar niveles no vistos desde principios de este siglo.
Los dos escenarios anteriores se caracterizan por una baja probabilidad de suceso, pero marcan el rango de lo posible en el corto plazo. Actualmente, el contexto es de sobreoferta, pero las dinámicas de demanda y de oferta en marcha soportan un escenario central en el que el reequilibrio del balance se alcanzaría hacia la segunda mitad de 2016.
OFERTA Y DEMANDA
¿Qué factores han llevado a la situación de sobreoferta vigente? ¿Cómo analizar las dinámicas de ajustes que se están produciendo? Durante casi todo el periodo comprendido entre 2011 y la primera mitad de 2014, el rango de precios del petróleo fue de 100-110 dólares por barril. Este equilibrio se sostenía sobre la base de unos incrementos anuales de la demanda global algo por encima de los de la oferta no-OPEP, dejando el ajuste marginal del balance en manos de la producción de los países OPEP, que por su naturaleza de cartel regulaba su producción para estabilizar los precios.
Por el lado de la oferta, el nivel de precios ofrecía estabilidad a la rentabilidad de las inversiones de los productores, en especial de aquellos enfocados en activos de altos costes como los no convencionales de esquistos en EEUU o las operaciones en aguas profundas. Todo esto hacía prever, a principios de 2014, un escenario para el resto de ese año de precios estables.
Pero en la segunda mitad de 2014 comenzó a hacerse evidente la ruptura del equilibrio conseguido en el periodo anterior. Más allá del efecto casi nulo sobre los precios que tuvieron las tensiones geopolíticas de principios de junio (Ucrania-Rusia y la incursión del autodenominado Estado Islámico en el norte de Iraq), coincidieron dos hechos: primero la revisión a la baja que el Fondo Monetario Internacional efectuó sobre el crecimiento económico mundial para 2014 y 2015; y segundo, la sorpresa al alza del aumento previsto de producción en Estados Unidos.
A pesar de las señales bajistas, todo parecía únicamente una situación transitoria de sobreoferta, no muy elevada en términos históricos, y que todo el mundo entendía que sería corregida, como en ocasiones anteriores, por la intervención de los países de la OPEP. Sin embargo, la decisión de la OPEP del 27 de noviembre de 2014 aceleró la caída de los precios en proporciones similares a la de la crisis financiera de 2008.
Esta actitud de la OPEP de no recortar, e incluso producir por encima de su cuota en un escenario de precios bajos, envió al mercado la señal de que en los próximos años el cartel dejaría de regular la oferta; algo que fue fundamental para conseguir la recuperación de precios en 2009-2010. En la crisis de 2008-2009, la demanda se contrajo en casi 3 millones de barriles diarios, arrastrando a la baja los precios, que pasaron desde los 146 a los 36 dólares por barril en ese periodo. Esta caída de precios fue corregida por un recorte masivo de producción por parte de la OPEP -4,2 millones de barriles diarios a finales de 2008- lo que impulsó los precios hasta los 80 dólares por barril a finales de 2009 y hasta los 100 dólares a finales de 2010.
La pregunta es por qué ahora no hay recorte de producción OPEP. ¿Cuál puede ser la explicación? Una es que 55 años después de la creación de la OPEP, Arabia Saudí parece no estar dispuesta a repetir los momentos más grises de su historia. Entre 1980 y 1985, en respuesta a los cambios en la demanda que se produjeron por las políticas de ahorro y diversificación energética tras las crisis del petróleo de la década anterior, y a la consecuente caída de los precios, Arabia Saudí recortó su producción significativamente de forma casi unilateral, pasando de producir 10 millones de barriles diarios a algo más de 3,5 millones. Pero estos recortes no surtieron el efecto deseado de estabilizar el mercado, aunque sí desembocaron en una pérdida de cuota de mercado frente a la producción proveniente de los nuevos campos de Mar del Norte y frente a otros países OPEP que no recortaron la producción. No fue sino hasta la década de los noventa cuando Arabia Saudí volvió a recuperar su cuota de mercado, y únicamente anclando su política de precios a lo que se denominó precio netback o precios sobre la base del rendimiento neto garantizado a los refineros.
LA POLÍTICA DE LA OPEP
En definitiva, la OPEP parece haber concluido que ante el desafío de unos recursos vastos y con altos requerimientos de inversión en ciclos relativamente cortos, como es el caso de los no convencionales de esquistos en EEUU, la estrategia no puede ser mantener artificialmente los precios altos cortando producción sino dejar actuar al mercado, esperar que los bajos precios saquen del mercado aquellos volúmenes con altos costes -en primer lugar los no convencionales y seguidamente los de aguas profundas, por su ciclo inversor más largo-, y sobre todo no perder cuota de mercado. Si Arabia Saudí no tiene éxito en reducir la producción no OPEP, la política actual de no recortar su producción propia parece insostenible en el medio plazo para sus países miembros, ya que la mayoría de éstos soporta presiones sociales y económicas que el actual nivel de precios no permite gestionar con paz social.
Pero es necesario entender que la producción no OPEP está en estrecha relación con la inversión y los precios. Después de varios años de precios históricamente altos, la fuerte inversión que se llevó a cabo en el sector de exploración y producción (E&P) trajo como consecuencia natural un aumento significativo de la oferta no OPEP. El crecimiento de la oferta de la no OPEP se basó principalmente en dos países: EEUU y Canadá, que fueron responsables de más del 90% de todo lo introducido en el periodo 2009-2014. Yendo al detalle, el petróleo no convencional de estos dos países representó cinco millones de barriles/dólar, de un aumento total de 6,1 millones, y solo en 2014 estos crudos aumentaron casi dos millones.
La inversión tiene la particularidad de responder rápidamente a los precios bajos, por lo que ante un escenario como el actual en el que las perspectivas de precios no son halagüeñas a corto plazo, es inevitable que el vector de incremento de la producción de la no OPEP de los últimos años -los recursos no convencionales- en cierta medida se revierta, y no por falta de recursos en el subsuelo, sino simplemente por falta de inversión. Pero es imposible negar que esta reacción se está retrasando gracias al ajuste de los costes y a las ganancias de eficiencia en la producción, que han compensado en cierta medida la caída de los precios. Actualmente, estas vías parecen agotadas y el fuerte declino natural de la producción de estos recursos, que en los primeros años multiplica hasta por diez al declino de la producción convencional, hace que ésta sea una pelea con resultado conocido: la producción no convencional se corregirá significativamente.
¿CRECIMIENTO O DESACELERACIÓN?
Todo esto se enmarca además en un escenario de demanda creciente. En ningún caso la situación actual es comparable con la crisis de 2008, o con el periodo postcrisis del petróleo de 1980, en los cuales el consumo se contrajo de forma extraordinaria. Incluso en el periodo 2011-2013, cuando predominaron los precios del crudo por encima de los 100 dólares, el ritmo de crecimiento del consumo no cayó por debajo del 1%. En 2015, con precios bajos, la demanda de petróleo mundial vuelve a crecer al 1,8% histórico, y cifras similares se esperan para 2016.
En cuanto al temor de desaceleración o contracción de los países emergentes, el análisis recae casi en su totalidad en China. Toda la incertidumbre que este verano se generó con respecto a la evolución económica de China ha resultado ser en cierta medida exagerada. En China se conjuga la desaceleración de su economía con el reequilibrio desde un modelo basado en las exportaciones y la inversión hacia uno más basado en el consumo interno. Asumiendo, como no puede ser de otra forma, un contexto muy distinto al de hace unos años, las perspectivas para el país asiático se centran en un escenario de estabilidad en el que ha aumentado el margen de maniobra respecto a principios de año, sobre todo en políticas fiscales, cuyo resultado tendrán un impacto positivo en materia de infraestructura. Dinámicas positivas para el consumo de petróleo.
Como se ha visto, la sinergia de las dinámicas actuales de la oferta y la demanda hace que sea previsible un reequilibrio del balance oferta-demanda hacia la segunda mitad de 2016. Esto provocaría una recuperación de los precios en el corto y medio plazo hasta el entorno de los 60-80 dólares por barril, rango que por el lado de la demanda no revertiría en una desaceleración sustancial de su crecimiento y que, por el lado de la oferta, daría estabilidad para las inversiones en exploración y producción.
Fuente:Antonio Merino Garcia
Un Petroleo que puede subir hasta los 80 dolares #analisis
Reviewed by Anónimo
on
1/04/2016
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