VENEZUELA: Petróleo en botas
Ha denunciado el diputado demócrata, Elías Matta, la venta del 23% de las acciones de Petromonagas, sin autorización de la Asamblea Nacional, es decir, la venta inconsulta de cualquier número de acciones de aquella empresa violaría el artículo 33 de la Ley de Hidrocarburos.
Y para más, la eventual venta inconsulta de acciones de Petromonagas; sería por 500 millones de dólares, o sea, por debajo de su precio real. Venta inconsulta por un precio de gallina flaca.
A esto se agrega el oro negro en vergonzosas manos verdes y la jugada magistral china de los orientales, echándole mano al llamado Arco minero del Orinoco, dizque para diversificar la economía venezolana.
Se fajaron los pillos otra vez. Pobre erario. Los corruptos y pillos podrán lavarse las manos, pero nunca la conciencia porque hasta allá no llegan el agua ni el jabón. Además, no hay.
Oro negro in manu militari, faja en “ar cochino” y venta sospechosa de acciones de Petromonagas. Nos gustaría conocer la opinión de los otrora fervorosos defensores de nuestras riquezas, Alí Rodríguez Araque y Aristóbulo Istúriz, cuyo silencio al respecto ha sido sin respeto y sepulcral.
Mientras vemos con pena las interminables colas para comprar una medicina o un paquete de harina, la peste enajena nuestra soberanía. Sospechar es mi derecho, y por ello estimo que la corrupción causa distorsiones en la economía, genera vicios en la gestión pública y propende al deterioro de la moral social.
Se trata, entonces, de hacer lo que la peste roja no ha hecho en tortuosos y largos diecisiete años: generar conciencia en la población de nuestros países sobre la existencia y gravedad de la corrupción y de la necesidad de fortalecer la participación de la sociedad civil en su prevención y combate. No es fácil, pues este mal tiene muchos rostros, y muchas veces alcanza el nivel de metástasis.
Rechacemos esa estructura social basada en la economía de subsistencia, la propiedad colectiva, el desarrollo “endógeno”, la igualación hacia abajo y el reparto comunitario de bienes en un marco de escasez. Fachadas para la corrupta barbarie chavista.
Me parece inconcebible que a estas alturas, en los inicios del tercer milenio, siga una minoría empeñada en seguir el recuerdo de un caudillo, figura que creímos desaparecida en la historia contemporánea.
Un ser que se apropió –y hoy los groseros sucesores- de los poderes públicos, violando la división que consagra la Constitución Nacional.
¿Qué clase de democracia es esta que quiere imponer por la fuerza una mentalidad única, para lo cual cierra medios y amenaza a otros, además de perseguir a los comunicadores y a quienes tengan ideas divergentes y críticas frente a un régimen militarista que quiere guerra con todo el mundo, menos contra la pobreza, la miseria y la inseguridad.
Mientras en el mundo entero la civilidad toma las sociedades y le confiere poderes al hombre sin uniforme, Venezuela ahora se parece una fortaleza militar que cada día gasta más en armarse con inmensas sumas de dinero en aviones, fusiles, milicias, misiles, tanques y submarinos, entre otras capacidades bélicas, mientras los civiles tristemente sacrifican su derecho a dirigir los destinos del país para entregárselos a quienes han fracasado en todo el mundo al frente del poder.
¡Los militares siempre han fracasado en el gobierno! ¡No existe una excepción! Yo siempre contra el bando militar.
Fuente: El Tiempo (Venezuela)
Y para más, la eventual venta inconsulta de acciones de Petromonagas; sería por 500 millones de dólares, o sea, por debajo de su precio real. Venta inconsulta por un precio de gallina flaca.
A esto se agrega el oro negro en vergonzosas manos verdes y la jugada magistral china de los orientales, echándole mano al llamado Arco minero del Orinoco, dizque para diversificar la economía venezolana.
Se fajaron los pillos otra vez. Pobre erario. Los corruptos y pillos podrán lavarse las manos, pero nunca la conciencia porque hasta allá no llegan el agua ni el jabón. Además, no hay.
Oro negro in manu militari, faja en “ar cochino” y venta sospechosa de acciones de Petromonagas. Nos gustaría conocer la opinión de los otrora fervorosos defensores de nuestras riquezas, Alí Rodríguez Araque y Aristóbulo Istúriz, cuyo silencio al respecto ha sido sin respeto y sepulcral.
Mientras vemos con pena las interminables colas para comprar una medicina o un paquete de harina, la peste enajena nuestra soberanía. Sospechar es mi derecho, y por ello estimo que la corrupción causa distorsiones en la economía, genera vicios en la gestión pública y propende al deterioro de la moral social.
Se trata, entonces, de hacer lo que la peste roja no ha hecho en tortuosos y largos diecisiete años: generar conciencia en la población de nuestros países sobre la existencia y gravedad de la corrupción y de la necesidad de fortalecer la participación de la sociedad civil en su prevención y combate. No es fácil, pues este mal tiene muchos rostros, y muchas veces alcanza el nivel de metástasis.
Rechacemos esa estructura social basada en la economía de subsistencia, la propiedad colectiva, el desarrollo “endógeno”, la igualación hacia abajo y el reparto comunitario de bienes en un marco de escasez. Fachadas para la corrupta barbarie chavista.
Me parece inconcebible que a estas alturas, en los inicios del tercer milenio, siga una minoría empeñada en seguir el recuerdo de un caudillo, figura que creímos desaparecida en la historia contemporánea.
Un ser que se apropió –y hoy los groseros sucesores- de los poderes públicos, violando la división que consagra la Constitución Nacional.
¿Qué clase de democracia es esta que quiere imponer por la fuerza una mentalidad única, para lo cual cierra medios y amenaza a otros, además de perseguir a los comunicadores y a quienes tengan ideas divergentes y críticas frente a un régimen militarista que quiere guerra con todo el mundo, menos contra la pobreza, la miseria y la inseguridad.
Mientras en el mundo entero la civilidad toma las sociedades y le confiere poderes al hombre sin uniforme, Venezuela ahora se parece una fortaleza militar que cada día gasta más en armarse con inmensas sumas de dinero en aviones, fusiles, milicias, misiles, tanques y submarinos, entre otras capacidades bélicas, mientras los civiles tristemente sacrifican su derecho a dirigir los destinos del país para entregárselos a quienes han fracasado en todo el mundo al frente del poder.
¡Los militares siempre han fracasado en el gobierno! ¡No existe una excepción! Yo siempre contra el bando militar.
Fuente: El Tiempo (Venezuela)
VENEZUELA: Petróleo en botas
Reviewed by Anónimo
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3/05/2016
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