La implosión de los 'petroestados' africanos
Nigeria y Angola, grandes productores, no sanearon sus economías durante la bonanza y ahora se enfrentan a la inestabilidad. Etiopía o Tanzania, sin la “lacra” del oro líquido, despegan.
Angola es una dictadura con enormes reservas de petróleo. Nigeria, un régimen autoritario y primer 'petroestado' del áfrica subsahariana. Ambos países abanderaron el discurso del “ascenso de África” en los últimos años. Pero el drástico desplome del precio del petróleo y la ralentización de la economía China les han dado una puñalada por la espalda. Han tenido que realizar drásticos recortes y con sus arcas públicas maltrechas se enfrentan a serios riesgos de inestabilidad política.
¿Quién sale beneficiado? Dos países vecinos del Este del continente negro: Etiopía, una dictadura comunista que sigue una transición económica parecida a la de China, y Tanzania, uno de los países políticamente más estables de África, que no sufre golpes de Estado y respeta la alternancia de partidos en el gobierno. Ambos encabezan el crecimiento en la región, atraen inversión extranjera y reducen la pobreza a un ritmo sostenido. En común tienen que nunca han podido alimentarse del petróleo. Ahora aprovechan el pinchazo relativo de los otros dos países, del oeste, para relanzarse a por el liderazgo de la región.
“Está ocurriendo algo que no era previsible hace un par de años: tanto Nigeria como Angola han paralizado sus inversiones públicas, y con ello ha aumentado el desempleo y la pobreza”, explica a El Confidencial Donato Ndongo, antiguo delegado de EFE en África Central y experto en la zona. “Eso está llevando a una clara inestabilidad política en ambos países".
Angola
El petróleo no tiene por qué ser una maldición, pero en la mayor parte de los casos va asociado a una enorme corrupción. Tiene sentido: es un gran recurso natural normalmente nacional. Es mucha riqueza sobre la que deciden unos pocos, mucho dinero concentrado en muy pocas manos. En tiempos de bonanza es una bendición porque los beneficios suelen superar lo filtrado en coimas. Pero en cuando el precio se vuelve volátil, países enteros quedan al albur de los grandes mercados de materias primas fijados en Londres o Nueva York.
Estos vaivenes, en África, se vuelven sobrecogedores. Angola llegó a crecer al 23% en 2007 y al 14% en 2008, cuando el precio del petróleo tocó su máximo histórico de 140 dólares por barril. Al año siguiente, con la primera gran caída del petróleo, su PIB se ralentizó hasta el 2,4%, 10 veces menos. Con este nuevo desplome del 'oro líquido', que ha llegado a caer hasta los 25 dólares y ahora se sitúa en la zona de los 40, se prevé que crezca este año lo mismo que el anterior: alrededor de un 3%. Absolutamente insuficiente para un país en vías de desarrollo.
“Está ocurriendo algo que no era previsible hace un par de años: tanto Nigeria como Angola han paralizado sus inversiones públicas, y con ello ha aumentado el desempleo y la pobreza”, explica a El Confidencial Donato Ndongo, antiguo delegado de EFE en África Central y experto en la zona. “Eso está llevando a una clara inestabilidad política en ambos países".
Angola
El petróleo no tiene por qué ser una maldición, pero en la mayor parte de los casos va asociado a una enorme corrupción. Tiene sentido: es un gran recurso natural normalmente nacional. Es mucha riqueza sobre la que deciden unos pocos, mucho dinero concentrado en muy pocas manos. En tiempos de bonanza es una bendición porque los beneficios suelen superar lo filtrado en coimas. Pero en cuando el precio se vuelve volátil, países enteros quedan al albur de los grandes mercados de materias primas fijados en Londres o Nueva York.
Estos vaivenes, en África, se vuelven sobrecogedores. Angola llegó a crecer al 23% en 2007 y al 14% en 2008, cuando el precio del petróleo tocó su máximo histórico de 140 dólares por barril. Al año siguiente, con la primera gran caída del petróleo, su PIB se ralentizó hasta el 2,4%, 10 veces menos. Con este nuevo desplome del 'oro líquido', que ha llegado a caer hasta los 25 dólares y ahora se sitúa en la zona de los 40, se prevé que crezca este año lo mismo que el anterior: alrededor de un 3%. Absolutamente insuficiente para un país en vías de desarrollo.
Nigeria tiene por delante la dura travesía en el desierto que los saudíes emprendieron en los años 80, tras el 'oil glut', la superabundancia de 'oro líquido'. Entonces, tras una caída del precio del barril a un cuarto en un lustro, situación parecida a la actual, Riad inició una serie de recortes y saneamiento de la economía que le han permitido, con los años, acumular unas enormes reservas monetarias que Abuya no tiene.
El nuevo presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, elegido el año pasado, trae aires de renovación política, pero también juega con fuego al tener que recortar el gasto público en un 25%. Esto implica no solo una ralentización de la economía hasta el 3% de crecimiento actual, sino severos riesgos de seguridad, según Luke Patey.
Para empezar, existe el miedo a un resurgimiento delos rebeldes del Movimiento de Emancipación del Delta del Níger, que hace un lustro saboteaban un cuarto de la producción de petróleo y secuestraban a los trabajadores del sector para pedir rescates. La amnistía de 2009 y un programa de sueldos para los alrededor de 30.000 insurgentes acabaron con el problema, pero ahora este equilibrio está en entredicho. Lo está también la tremenda ofensiva emprendida por el Gobierno contra Boko Haram, el grupo terrorista islamista que atormenta a este país con la mitad de la población cristiana y la otra mitad musulmana.
Nigeria ha tenido que devaluar la naira, su moneda y pedir un préstamo de más de 3.000 millones de euros al Banco Mundial y al Banco Africano de Desarrollo.
Todo empuja hacia Etiopía y Tanzania
Este riesgo de implosión de los dos primeros productores de petróleo en África está siendo aprovechado por Etiopía y Tanzania para atraer inversión extranjera directa. La pugna por liderar la economía subsahariana, excluyendo a Sudáfrica, está más viva que nunca.
'Lo que une a Tanzania y Etiopía es que no tienen tanta corrupción, el mayor problema de los petroestados. Esto beneficia un mejor flujo de capital'
Etiopía ha estado creciendo a un ritmo de dos dígitos durante la última década, mientras reducía un tercio el número de personas que viven en la pobreza. En Nigeria la miseria ha aumentado. Etiopía, un país importador de petróleo, sigue los pasos de su socio, China. Continúa siendo una dictadura represora liderada por un partido único, el Frente Democrático del Pueblo de Etiopía. Pero ha liberalizado parcialmente su economía, ha creado zonas especiales económicas y ha invertido enormes cantidades de dinero en infraestructuras.
Tanzania, por el contrario, es una cuasi-democracia con alternancia en el Gobierno, dirigida ahora por John Magufuli. No tiene petróleo, pero sí oro. Crece de forma sostenida, reduce gradualmente la pobreza y lleva a cabo recortes de excesos, como el de los salarios de los funcionarios mejor pagados.
“Lo que une a Tanzania y Etiopía es que no tienen tanta corrupción, el mayor problema de los petroestados”, asegura Ndongo. “Esto beneficia un mejor flujo de capital”.
Los problemas de Nigeria o Angola pueden extenderse rápido a otros países también productores de petróleo como Gabón, Chad o República del Congo. La guerra en el precio del petróleo puede así cambiar la fisonomía económica de África, desplazando el foco hacia el Este y generando turbulencias en el Oeste. Todo depende de la duración y la intensidad de esta situación de oro líquido a precio de ganga.
Fuente: Mario Saavedra
Angola es una dictadura con enormes reservas de petróleo. Nigeria, un régimen autoritario y primer 'petroestado' del áfrica subsahariana. Ambos países abanderaron el discurso del “ascenso de África” en los últimos años. Pero el drástico desplome del precio del petróleo y la ralentización de la economía China les han dado una puñalada por la espalda. Han tenido que realizar drásticos recortes y con sus arcas públicas maltrechas se enfrentan a serios riesgos de inestabilidad política.
¿Quién sale beneficiado? Dos países vecinos del Este del continente negro: Etiopía, una dictadura comunista que sigue una transición económica parecida a la de China, y Tanzania, uno de los países políticamente más estables de África, que no sufre golpes de Estado y respeta la alternancia de partidos en el gobierno. Ambos encabezan el crecimiento en la región, atraen inversión extranjera y reducen la pobreza a un ritmo sostenido. En común tienen que nunca han podido alimentarse del petróleo. Ahora aprovechan el pinchazo relativo de los otros dos países, del oeste, para relanzarse a por el liderazgo de la región.
“Está ocurriendo algo que no era previsible hace un par de años: tanto Nigeria como Angola han paralizado sus inversiones públicas, y con ello ha aumentado el desempleo y la pobreza”, explica a El Confidencial Donato Ndongo, antiguo delegado de EFE en África Central y experto en la zona. “Eso está llevando a una clara inestabilidad política en ambos países".
Angola
El petróleo no tiene por qué ser una maldición, pero en la mayor parte de los casos va asociado a una enorme corrupción. Tiene sentido: es un gran recurso natural normalmente nacional. Es mucha riqueza sobre la que deciden unos pocos, mucho dinero concentrado en muy pocas manos. En tiempos de bonanza es una bendición porque los beneficios suelen superar lo filtrado en coimas. Pero en cuando el precio se vuelve volátil, países enteros quedan al albur de los grandes mercados de materias primas fijados en Londres o Nueva York.
Estos vaivenes, en África, se vuelven sobrecogedores. Angola llegó a crecer al 23% en 2007 y al 14% en 2008, cuando el precio del petróleo tocó su máximo histórico de 140 dólares por barril. Al año siguiente, con la primera gran caída del petróleo, su PIB se ralentizó hasta el 2,4%, 10 veces menos. Con este nuevo desplome del 'oro líquido', que ha llegado a caer hasta los 25 dólares y ahora se sitúa en la zona de los 40, se prevé que crezca este año lo mismo que el anterior: alrededor de un 3%. Absolutamente insuficiente para un país en vías de desarrollo.
“Está ocurriendo algo que no era previsible hace un par de años: tanto Nigeria como Angola han paralizado sus inversiones públicas, y con ello ha aumentado el desempleo y la pobreza”, explica a El Confidencial Donato Ndongo, antiguo delegado de EFE en África Central y experto en la zona. “Eso está llevando a una clara inestabilidad política en ambos países".
Angola
El petróleo no tiene por qué ser una maldición, pero en la mayor parte de los casos va asociado a una enorme corrupción. Tiene sentido: es un gran recurso natural normalmente nacional. Es mucha riqueza sobre la que deciden unos pocos, mucho dinero concentrado en muy pocas manos. En tiempos de bonanza es una bendición porque los beneficios suelen superar lo filtrado en coimas. Pero en cuando el precio se vuelve volátil, países enteros quedan al albur de los grandes mercados de materias primas fijados en Londres o Nueva York.
Estos vaivenes, en África, se vuelven sobrecogedores. Angola llegó a crecer al 23% en 2007 y al 14% en 2008, cuando el precio del petróleo tocó su máximo histórico de 140 dólares por barril. Al año siguiente, con la primera gran caída del petróleo, su PIB se ralentizó hasta el 2,4%, 10 veces menos. Con este nuevo desplome del 'oro líquido', que ha llegado a caer hasta los 25 dólares y ahora se sitúa en la zona de los 40, se prevé que crezca este año lo mismo que el anterior: alrededor de un 3%. Absolutamente insuficiente para un país en vías de desarrollo.
Nigeria tiene por delante la dura travesía en el desierto que los saudíes emprendieron en los años 80, tras el 'oil glut', la superabundancia de 'oro líquido'. Entonces, tras una caída del precio del barril a un cuarto en un lustro, situación parecida a la actual, Riad inició una serie de recortes y saneamiento de la economía que le han permitido, con los años, acumular unas enormes reservas monetarias que Abuya no tiene.
El nuevo presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, elegido el año pasado, trae aires de renovación política, pero también juega con fuego al tener que recortar el gasto público en un 25%. Esto implica no solo una ralentización de la economía hasta el 3% de crecimiento actual, sino severos riesgos de seguridad, según Luke Patey.
Para empezar, existe el miedo a un resurgimiento delos rebeldes del Movimiento de Emancipación del Delta del Níger, que hace un lustro saboteaban un cuarto de la producción de petróleo y secuestraban a los trabajadores del sector para pedir rescates. La amnistía de 2009 y un programa de sueldos para los alrededor de 30.000 insurgentes acabaron con el problema, pero ahora este equilibrio está en entredicho. Lo está también la tremenda ofensiva emprendida por el Gobierno contra Boko Haram, el grupo terrorista islamista que atormenta a este país con la mitad de la población cristiana y la otra mitad musulmana.
Nigeria ha tenido que devaluar la naira, su moneda y pedir un préstamo de más de 3.000 millones de euros al Banco Mundial y al Banco Africano de Desarrollo.
Todo empuja hacia Etiopía y Tanzania
Este riesgo de implosión de los dos primeros productores de petróleo en África está siendo aprovechado por Etiopía y Tanzania para atraer inversión extranjera directa. La pugna por liderar la economía subsahariana, excluyendo a Sudáfrica, está más viva que nunca.
'Lo que une a Tanzania y Etiopía es que no tienen tanta corrupción, el mayor problema de los petroestados. Esto beneficia un mejor flujo de capital'
Etiopía ha estado creciendo a un ritmo de dos dígitos durante la última década, mientras reducía un tercio el número de personas que viven en la pobreza. En Nigeria la miseria ha aumentado. Etiopía, un país importador de petróleo, sigue los pasos de su socio, China. Continúa siendo una dictadura represora liderada por un partido único, el Frente Democrático del Pueblo de Etiopía. Pero ha liberalizado parcialmente su economía, ha creado zonas especiales económicas y ha invertido enormes cantidades de dinero en infraestructuras.
Tanzania, por el contrario, es una cuasi-democracia con alternancia en el Gobierno, dirigida ahora por John Magufuli. No tiene petróleo, pero sí oro. Crece de forma sostenida, reduce gradualmente la pobreza y lleva a cabo recortes de excesos, como el de los salarios de los funcionarios mejor pagados.
“Lo que une a Tanzania y Etiopía es que no tienen tanta corrupción, el mayor problema de los petroestados”, asegura Ndongo. “Esto beneficia un mejor flujo de capital”.
Los problemas de Nigeria o Angola pueden extenderse rápido a otros países también productores de petróleo como Gabón, Chad o República del Congo. La guerra en el precio del petróleo puede así cambiar la fisonomía económica de África, desplazando el foco hacia el Este y generando turbulencias en el Oeste. Todo depende de la duración y la intensidad de esta situación de oro líquido a precio de ganga.
Fuente: Mario Saavedra
La implosión de los 'petroestados' africanos
Reviewed by Anónimo
on
4/18/2016
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