Idelogías versus Democracia @DoubleplusUT #especial
Tanto el liberalismo como el marxismo nacen a partir de la modernidad, periodo de la historia -ahora en decadencia- en que fue casi imposible no creer ciegamente en las posibilidades de la ciencia, el determinismo y el centralismo económico, imposible no creer en la idea -ahora ingenua- del progreso garantizado y la expansión ilimitada del dominio de lo racional sobre la economía, la política y todos los aspectos de la vida social. Imposible no creer que la razón abarcaba todo y que esto sería bueno para siempre.
Como quiera que ambas ideologías se sembraron en este mismo terreno dedujeron que su misión tenía que ser encontrar la razón subyacente -especie de Ley Social- que estaría funcionando en la sociedad humana, del mismo modo que se creía haber hallado leyes naturales inapelables, como la Ley de la Gravedad, por ejemplo; olvidando que, incluso en estas, todo está sometido a premisas que no son obligatorias y que cuando no se dan la ley no se verifica.
Las consecuencias de este encuadre positivista han sido muy perjudiciales, porque desde entonces se pretendió algo imposible: que la economía determina la democracia y algo aún peor, que esta y la política se someten ellas también al imperio de la razón y nada más.
Sin embargo, la historia de los problemas humanos más importantes niega de plano estas pretensiones: la economía no está determinada ni determina nada, es ella misma campo de libertad y creación y aunque podamos razonar allí muchas veces en términos de medios y fines, lo más importante, por qué y para qué se hace lo que se hace, está siempre más allá del cálculo. Si no, la innovación sería imposible.
Por eso, de la libertad depende todo y resultará imposible someterla sin que deje de ser libertad; el estancamiento al que nos someten las ideologías se superará cuando la sociedad redescubra que es precisamente gracias a que el determinismo es imposible, que se hace posible llevar adelante el único proyecto social verdaderamente humano: la democracia.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
Como quiera que ambas ideologías se sembraron en este mismo terreno dedujeron que su misión tenía que ser encontrar la razón subyacente -especie de Ley Social- que estaría funcionando en la sociedad humana, del mismo modo que se creía haber hallado leyes naturales inapelables, como la Ley de la Gravedad, por ejemplo; olvidando que, incluso en estas, todo está sometido a premisas que no son obligatorias y que cuando no se dan la ley no se verifica.
Las consecuencias de este encuadre positivista han sido muy perjudiciales, porque desde entonces se pretendió algo imposible: que la economía determina la democracia y algo aún peor, que esta y la política se someten ellas también al imperio de la razón y nada más.
Sin embargo, la historia de los problemas humanos más importantes niega de plano estas pretensiones: la economía no está determinada ni determina nada, es ella misma campo de libertad y creación y aunque podamos razonar allí muchas veces en términos de medios y fines, lo más importante, por qué y para qué se hace lo que se hace, está siempre más allá del cálculo. Si no, la innovación sería imposible.
Por eso, de la libertad depende todo y resultará imposible someterla sin que deje de ser libertad; el estancamiento al que nos someten las ideologías se superará cuando la sociedad redescubra que es precisamente gracias a que el determinismo es imposible, que se hace posible llevar adelante el único proyecto social verdaderamente humano: la democracia.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
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Reviewed by Anónimo
on
6/12/2016
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