Sobre diálogos y transparencia #Especial @DoubleplusUT
La democracia no es solo formulario y procedimiento, por más perfectos que estos fueran; y no lo serán nunca. Ni siquiera una Constitución Democrática es algo más que papel y letras, puede prometer todo y no garantizar nada. Venezuela es nuestro mejor ejemplo, sin ser único: el régimen chavista promulgó la “mejor constitución del mundo” y, desde el primer día la ha violado como le da la gana.
El origen de tal repugnancia está en que para el comunismo, militarista, autoritario y populista, vale la máxima según la cual “el fin justifica los medios”. Todo vale si al final “se triunfa”; y, ¿por qué? Porque el comunista -que no está sólo en esta absurda actitud- cree ser el único que “tiene razón”. Frente a esto, ¿qué importancia tendrían unos cuantos presos y muertos aquí o allá? ¡Siempre será menos que la felicidad que nos espera!
Semejante estupidez -que se puede tener toda la razón y hasta matar por cuenta de ella- se originó en la idea hegeliana y marxista del porvenir histórico; y decimos esto solo para constatar que hasta el mejor filósofo en política es igual que usted y que yo, simplemente porque en este terreno no hay “ciencia segura”, sino solo la opinión individual y colectiva.
Debería ser claro que si lo máximo que podemos aspirar en política es a la mejor opinión, lo menos malo siempre será que opine el mayor número de ciudadanos o, cuando no sea posible, al menos se mantenga la mayor transparencia. Claro, esto molesta a cierta visión “aristocrática”, acomplejada, y al político profesional, que cree saber más y que además tiene el “mérito” de ocuparse todo el día del asunto; pero acá también se equivoca y sólo muestra el “gramito” de dictador que tiene, presto a manifestarse. Es, en realidad, arrogancia y desprecio lo que lo domina.
Así pues, la democracia es una institución trágica y es muy fácil que termine traicionada por todos. Los chavistas nunca entenderán esto, pero, ¿acaso sería demasiado aspirar que la oposición democrática sí y actúe en consecuencia.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
El origen de tal repugnancia está en que para el comunismo, militarista, autoritario y populista, vale la máxima según la cual “el fin justifica los medios”. Todo vale si al final “se triunfa”; y, ¿por qué? Porque el comunista -que no está sólo en esta absurda actitud- cree ser el único que “tiene razón”. Frente a esto, ¿qué importancia tendrían unos cuantos presos y muertos aquí o allá? ¡Siempre será menos que la felicidad que nos espera!
Semejante estupidez -que se puede tener toda la razón y hasta matar por cuenta de ella- se originó en la idea hegeliana y marxista del porvenir histórico; y decimos esto solo para constatar que hasta el mejor filósofo en política es igual que usted y que yo, simplemente porque en este terreno no hay “ciencia segura”, sino solo la opinión individual y colectiva.
Debería ser claro que si lo máximo que podemos aspirar en política es a la mejor opinión, lo menos malo siempre será que opine el mayor número de ciudadanos o, cuando no sea posible, al menos se mantenga la mayor transparencia. Claro, esto molesta a cierta visión “aristocrática”, acomplejada, y al político profesional, que cree saber más y que además tiene el “mérito” de ocuparse todo el día del asunto; pero acá también se equivoca y sólo muestra el “gramito” de dictador que tiene, presto a manifestarse. Es, en realidad, arrogancia y desprecio lo que lo domina.
Así pues, la democracia es una institución trágica y es muy fácil que termine traicionada por todos. Los chavistas nunca entenderán esto, pero, ¿acaso sería demasiado aspirar que la oposición democrática sí y actúe en consecuencia.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
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Reviewed by Anónimo
on
9/25/2016
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