El trauma de Trump @DoubleplusUT #Especial
Un populista no tiene ideología, en el sentido convencional del término. No es un liberal, no es un marxista. No tiene una visión del mundo o de la sociedad que ofrecer y tampoco tiene interés en la coherencia que exige un planteamiento integral de la sociedad. Es en realidad un demagogo y, atención, jamás un demócrata.
Se esforzará siempre en decir aquello que cree que la gente quiere escuchar, con el único objetivo de lograr su apoyo. Es todo. Este apoyo será usado por el populista para obtener el poder político y, si le es posible, secuestrarlo para siempre.
Siempre será un reformista, pues no hay manera de que articule, priorice, ordene y seleccione, de acuerdo con una visión coherente. Como oposición, siempre tendrá la audiencia de aquellos menos informados e ignorantes, que esperan siempre que otra persona piense y actúe por ellos; también la de aquellos que buscan su conveniencia personal por encima del conjunto social, los oportunistas de siempre.
Como gobierno se enfrentará al dilema de cumplir lo prometido o de actuar siguiendo su postura personal que, como carece de perspectiva social de conjunto y visión de la sociedad que desea confeccionar, estará siempre en el rango del capricho. Es fácil darse cuenta de que -una vez en el poder- el populista actuará cada vez menos orientado por lo que piensa que piensa la masa que domina y cada vez más según su propio capricho.
Las ofertas del populista siempre serán incumplidas o fracasarán. ¿Por qué? Pues precisamente por su carácter reformista, por no responder a otra visión que el mantenimiento del poder por el poder mismo. Populistas fueron y son Chávez, Maduro, Correa, Morales e Iglesias; pero también Berlusconi y Trump. El populista no tiene adscripción y hallará en la perspectiva de moda sus argumentos. Por la misma razón, los traicionará cuando sea necesario. Es un cualquiera. Ahora, como para que el aprendizaje al respecto sea completo, los mismísimos EE.UU. tendrán su propio engendro. ¡Ojala (les) sirva para algo!
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
Se esforzará siempre en decir aquello que cree que la gente quiere escuchar, con el único objetivo de lograr su apoyo. Es todo. Este apoyo será usado por el populista para obtener el poder político y, si le es posible, secuestrarlo para siempre.
Siempre será un reformista, pues no hay manera de que articule, priorice, ordene y seleccione, de acuerdo con una visión coherente. Como oposición, siempre tendrá la audiencia de aquellos menos informados e ignorantes, que esperan siempre que otra persona piense y actúe por ellos; también la de aquellos que buscan su conveniencia personal por encima del conjunto social, los oportunistas de siempre.
Como gobierno se enfrentará al dilema de cumplir lo prometido o de actuar siguiendo su postura personal que, como carece de perspectiva social de conjunto y visión de la sociedad que desea confeccionar, estará siempre en el rango del capricho. Es fácil darse cuenta de que -una vez en el poder- el populista actuará cada vez menos orientado por lo que piensa que piensa la masa que domina y cada vez más según su propio capricho.
Las ofertas del populista siempre serán incumplidas o fracasarán. ¿Por qué? Pues precisamente por su carácter reformista, por no responder a otra visión que el mantenimiento del poder por el poder mismo. Populistas fueron y son Chávez, Maduro, Correa, Morales e Iglesias; pero también Berlusconi y Trump. El populista no tiene adscripción y hallará en la perspectiva de moda sus argumentos. Por la misma razón, los traicionará cuando sea necesario. Es un cualquiera. Ahora, como para que el aprendizaje al respecto sea completo, los mismísimos EE.UU. tendrán su propio engendro. ¡Ojala (les) sirva para algo!
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
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Reviewed by Anónimo
on
11/13/2016
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