Petroleras, cada vez más ‘verdes’
No es sólo una cuestión de imagen, es también un tema de sostenibilidad de las empresas. Las grandes petroleras internacionales no son ajenas a las tendencias mundiales en materia energética, y se están preparando para el futuro.
Si bien el consumo de petróleo y gas seguirá creciendo a largo plazo, las previsiones de los organismos internacionales ya apuntan al final de la edad de oro de los combustibles fósiles. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha pronosticado que la demanda de petróleo podría llegar a caer hasta un 22 por ciento hasta el año 2040. Malas noticias para un sector que está viviendo un momento de superabundancia. Ante este panorama, las petroleras ya se están preparando y están comenzando a incrementar sus esfuerzos en otras fuentes de energía, que hoy en día están consideradas como el futuro del sector.
Casi sin excepción, todas las grandes compañías de la industria están apostando de una manera u otra por las energías renovables. La francesa Total es una de las más activas en este terreno, o la que más abiertamente se ha mostrado dispuesta a incrementar su inversión en esta área. Su consejero delegado, Patrick Pouyanné, ya adelantó que quiere que una quinta parte de los activos de la petrolera sean negocios bajos en carbono dentro de 20 años.
“El mundo de la energía está evolucionando… Hay nuevas áreas más allá del petróleo y del gas que en 20 años creemos que pueden ser rentables”, afirmó Pouyanné.
En este sentido también se manifestó el presidente de la argentina YPF, Miguel Gutiérrez, quien ha indicado que “el mundo está en una convergencia de precios entre los combustibles fósiles y las energías renovables. Hay una reducción sustancial de precios en infraestructura solar, eólica y demás”.
Y Gutiérrez tiene razón, las energías renovables están ganando competitividad rápidamente. En países emergentes, como México, India, Sudáfrica o Emiratos Árabes, que están impulsando el crecimiento de la demanda energética, los desarrolladores de energías eólica y solar están ganando cada vez más contratos sin subvenciones.
No es de extrañar que ante este panorama las petroleras hayan visto las amenazas que suponen las energías renovables para su negocio tradicional. Y más a raíz de los acuerdos alcanzados en la Cumbre del Clima de París (COP21), en los que se fijó, por lo menos, la voluntad de los estados de tomar medidas para evitar que la temperatura de la Tierra suba más de 2˚C.
Y ya lo dijo Lord Browne, jefe de BP, hace más de una década: “Las grandes compañías pasarán momentos difíciles porque tienen un producto que la gente no quiere. Si la sociedad está diciendo que es el momento de cambiar el mix, creo que las grandes petroleras deben estar involucradas en el cambio”.
Paso intermedio: el gas
Las intenciones de las grandes petroleras están claras, pero no será a corto plazo. De momento, todas siguen apostando por su negocio tradicional, pero con un giro importante: el gas, menos contaminante que el petróleo, gana peso en su cartera de activos.
Una clara señal de que esto es así fue la compra de BG Group por parte de Shell en el año 2015, en la que fue una de las operaciones corporativas más importantes de este siglo. El consejero delegado de la petrolera anglo-holandesa, Ven Van Deurben, declaraba recientemente que las previsiones de la compañía apuntaban a que “seguirá habiendo oportunidades comerciales en el sector del petróleo y gas durante décadas”, pero tras la compra, la cartera de activos de la petrolera cambiará radicalmente, y el gas pasará a tener un mayor peso que el petróleo.
La misma estrategia está siguiendo la petrolera británica BP, que además se ha enfrentado a la multa más elevada de la historia por el derrame del Golfo de México (EEUU) en 2010. “BP está ayudando a satisfacer las demandas de un futuro con menores emisiones de carbono gracias a las opciones de su cartera y a que trabaja para reducir la huella de carbono de sus productos. De ahí su apuesta por el gas natural, que produce en torno a la mitad de dióxido de carbono que el carbón cuando es quemado para generar electricidad”, indican desde la compañía.
Cerca de la mitad de la actual cartera de exploración y producción de BP está compuesta por activos de gas natural, y “esa proporción aumentará con el tiempo”, declaran fuentes de BP.
La producción de gas de ExxonMobil, la mayor petrolera del mundo, se situó ya en el año 2015 en el 44 por ciento de la extracción total de hidrocarburos. Sin embargo, las petroleras estadounidenses son las más reacias a aceptar las consecuencias que tiene el cambio climático para su negocio tradicional. De hecho, ni Exxon ni Chevron forman parte del acuerdo internacional que, bajo el nombre de Oil & Gas Climate Initiative (OGCI), firmaron 10 grandes petroleras internacionales días antes de que se celebrara la Cumbre de París con el objetivo “de jugar su papel” en intentar contener el aumento de la temperatura de la Tierra.
Operaciones corporativas
Sin embargo, las petroleras saben que es difícil asociar los valores medioambientales con sus marcas (los accidentes y los grupos de activistas por el medioambiente se encargan de ello), por lo que han optado por desarrollar una estrategia basada en la participación en compañías de energías renovables.
El ejemplo más claro se encuentra en Total. La francesa protagonizó en el año 2011 la mayor inversión de la industria petrolera en energías renovables al hacerse con la mayoría del capital de SunPower, por 1.400 millones de dólares. De hecho, esta inversión le ha supuesto a la compañía francesa situarse en el podio mundial de los desarrollares de infraestructuras solares, con 6 gigavatios (GW) de esta energía instalados.
Junto a esta adquisición también destaca la compra de Saft Group, la compañía de baterías, que le permitirá a la compañía francesa crecer en el sector de las energías renovables y la electricidad. “Saft nos permite añadir soluciones de almacenamiento de energía eléctrica a nuestra cartera, necesarias para el futuro crecimiento de las energías renovables”, apuntan desde la empresa.
Aunque la apuesta de Total es la más clara, no es la única compañía del sector que ha optado por esta estrategia. La española Repsol cuenta con Energy Ventures, un programa de inversión en empresas que “ya son una realidad y que podrían ser claves en el desarrollo de una matriz diversificada y sostenible”, indican desde la compañía.
Así, entre las inversiones que ha realizado destaca su participación en la estadounidense Principle Power, dedicada al diseño y desarrollo de plataformas flotantes para la industria de generación de energía eólica offshore y que ha desarrollado con éxito un piloto a escala real en aguas de Portugal, generando más de 17 gigavatios-hora con una turbina instalada de sus plataformas flotantes.
Por su parte, BP “ha invertido en empresas nuevas para comprender mejor las alternativas en evolución y las tecnologías más avanzadas como lo vehículos eléctricos, las baterías y los biocarburantes”, señalan desde la petrolera británica.
Sin embargo, BP ha decidido participar directamente en desarrollos de energías renovables, y se encuentra entre los principales productores de energía eólica en Estados Unidos, donde tiene participación en 16 parques eólicos en ese país.
Y Shell, la mayor petrolera de Europa, creó en mayo su división de Nuevas Energías para invertir en renovables y soluciones bajas en carbono.
Bajo esta nueva división, la petrolera anglo-holandesa ha aglutinado sus actividades de hidrógeno, biocombustibles y electricidad, pero también sirve de base para una nueva unidad de energía eólica. Este área cuenta con un capital de 1.700 millones de dólares y se prevé que invierta hasta 200 millones de dólares al año.
Otra compañía europea, la noruega Statoil también está apostando fuerte por la energía eólica, con varios desarrollos, principalmente offshore. Así, en el mes de mayo se adjudicó un contrato de arrendamiento de una plataforma frente a las costas de Escocia, donde construirá el primer parque eólico flotante del mundo. Bajo el nombre de Hywind Project, este parque contará con cinco turbinas de 6 megavatios (MW).
Por su parte, ENI tiene planeado invertir hasta 1.000 millones de dólares en los próximos tres años en energías renovables. De momento, la petrolera italiana desarrollará proyectos renovables en Italia, Pakistán y Egipto, tres mercados que conoce bien por su negocio tradicional.
Fuera de Europa, la petrolera estatal colombiana, Ecopetrol, también está analizando su entrada en el mercado de las energías renovables, realizando varios estudios piloto en energías solar y eólico, pero las grandes petroleras privadas aún le llevan ventaja.
Sin embargo, aunque Europa es el área geográfica donde las compañías del sector petrolero están más avanzadas en el negocio renovable, hace ya años que todas las petroleras intentan mitigar el impacto de su actividad en el medio ambiente. El área de downstream es donde más se ha notado esta apuesta con el desarrollo de biocombustibles.
Así, por ejemplo, la petrolera brasileña Petrobras cuenta con tres plantas de biocombustibles con capacidad de producción de 326.000 metros cúbicos al año. “La tecnología que desarrollamos permite trabajar con todos los tipos de plantas oleaginosas, como ricino, soja, maní y girasol, entre otras”, apuntan desde la compañía.
A pesar de los esfuerzos realizados, la industria petrolera aún tiene un largo camino que recorrer si no quieren “hacer frente a un fin desagradable y brutal”, en diez años, como ha pronosticado el thinktank Chatam House, si no modifican su modelo de negocio.
Fuente: Energia 16
Si bien el consumo de petróleo y gas seguirá creciendo a largo plazo, las previsiones de los organismos internacionales ya apuntan al final de la edad de oro de los combustibles fósiles. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha pronosticado que la demanda de petróleo podría llegar a caer hasta un 22 por ciento hasta el año 2040. Malas noticias para un sector que está viviendo un momento de superabundancia. Ante este panorama, las petroleras ya se están preparando y están comenzando a incrementar sus esfuerzos en otras fuentes de energía, que hoy en día están consideradas como el futuro del sector.
Casi sin excepción, todas las grandes compañías de la industria están apostando de una manera u otra por las energías renovables. La francesa Total es una de las más activas en este terreno, o la que más abiertamente se ha mostrado dispuesta a incrementar su inversión en esta área. Su consejero delegado, Patrick Pouyanné, ya adelantó que quiere que una quinta parte de los activos de la petrolera sean negocios bajos en carbono dentro de 20 años.
“El mundo de la energía está evolucionando… Hay nuevas áreas más allá del petróleo y del gas que en 20 años creemos que pueden ser rentables”, afirmó Pouyanné.
En este sentido también se manifestó el presidente de la argentina YPF, Miguel Gutiérrez, quien ha indicado que “el mundo está en una convergencia de precios entre los combustibles fósiles y las energías renovables. Hay una reducción sustancial de precios en infraestructura solar, eólica y demás”.
Y Gutiérrez tiene razón, las energías renovables están ganando competitividad rápidamente. En países emergentes, como México, India, Sudáfrica o Emiratos Árabes, que están impulsando el crecimiento de la demanda energética, los desarrolladores de energías eólica y solar están ganando cada vez más contratos sin subvenciones.
No es de extrañar que ante este panorama las petroleras hayan visto las amenazas que suponen las energías renovables para su negocio tradicional. Y más a raíz de los acuerdos alcanzados en la Cumbre del Clima de París (COP21), en los que se fijó, por lo menos, la voluntad de los estados de tomar medidas para evitar que la temperatura de la Tierra suba más de 2˚C.
Y ya lo dijo Lord Browne, jefe de BP, hace más de una década: “Las grandes compañías pasarán momentos difíciles porque tienen un producto que la gente no quiere. Si la sociedad está diciendo que es el momento de cambiar el mix, creo que las grandes petroleras deben estar involucradas en el cambio”.
Paso intermedio: el gas
Las intenciones de las grandes petroleras están claras, pero no será a corto plazo. De momento, todas siguen apostando por su negocio tradicional, pero con un giro importante: el gas, menos contaminante que el petróleo, gana peso en su cartera de activos.
Una clara señal de que esto es así fue la compra de BG Group por parte de Shell en el año 2015, en la que fue una de las operaciones corporativas más importantes de este siglo. El consejero delegado de la petrolera anglo-holandesa, Ven Van Deurben, declaraba recientemente que las previsiones de la compañía apuntaban a que “seguirá habiendo oportunidades comerciales en el sector del petróleo y gas durante décadas”, pero tras la compra, la cartera de activos de la petrolera cambiará radicalmente, y el gas pasará a tener un mayor peso que el petróleo.
La misma estrategia está siguiendo la petrolera británica BP, que además se ha enfrentado a la multa más elevada de la historia por el derrame del Golfo de México (EEUU) en 2010. “BP está ayudando a satisfacer las demandas de un futuro con menores emisiones de carbono gracias a las opciones de su cartera y a que trabaja para reducir la huella de carbono de sus productos. De ahí su apuesta por el gas natural, que produce en torno a la mitad de dióxido de carbono que el carbón cuando es quemado para generar electricidad”, indican desde la compañía.
Cerca de la mitad de la actual cartera de exploración y producción de BP está compuesta por activos de gas natural, y “esa proporción aumentará con el tiempo”, declaran fuentes de BP.
La producción de gas de ExxonMobil, la mayor petrolera del mundo, se situó ya en el año 2015 en el 44 por ciento de la extracción total de hidrocarburos. Sin embargo, las petroleras estadounidenses son las más reacias a aceptar las consecuencias que tiene el cambio climático para su negocio tradicional. De hecho, ni Exxon ni Chevron forman parte del acuerdo internacional que, bajo el nombre de Oil & Gas Climate Initiative (OGCI), firmaron 10 grandes petroleras internacionales días antes de que se celebrara la Cumbre de París con el objetivo “de jugar su papel” en intentar contener el aumento de la temperatura de la Tierra.
Operaciones corporativas
Sin embargo, las petroleras saben que es difícil asociar los valores medioambientales con sus marcas (los accidentes y los grupos de activistas por el medioambiente se encargan de ello), por lo que han optado por desarrollar una estrategia basada en la participación en compañías de energías renovables.
El ejemplo más claro se encuentra en Total. La francesa protagonizó en el año 2011 la mayor inversión de la industria petrolera en energías renovables al hacerse con la mayoría del capital de SunPower, por 1.400 millones de dólares. De hecho, esta inversión le ha supuesto a la compañía francesa situarse en el podio mundial de los desarrollares de infraestructuras solares, con 6 gigavatios (GW) de esta energía instalados.
Junto a esta adquisición también destaca la compra de Saft Group, la compañía de baterías, que le permitirá a la compañía francesa crecer en el sector de las energías renovables y la electricidad. “Saft nos permite añadir soluciones de almacenamiento de energía eléctrica a nuestra cartera, necesarias para el futuro crecimiento de las energías renovables”, apuntan desde la empresa.
Aunque la apuesta de Total es la más clara, no es la única compañía del sector que ha optado por esta estrategia. La española Repsol cuenta con Energy Ventures, un programa de inversión en empresas que “ya son una realidad y que podrían ser claves en el desarrollo de una matriz diversificada y sostenible”, indican desde la compañía.
Así, entre las inversiones que ha realizado destaca su participación en la estadounidense Principle Power, dedicada al diseño y desarrollo de plataformas flotantes para la industria de generación de energía eólica offshore y que ha desarrollado con éxito un piloto a escala real en aguas de Portugal, generando más de 17 gigavatios-hora con una turbina instalada de sus plataformas flotantes.
Por su parte, BP “ha invertido en empresas nuevas para comprender mejor las alternativas en evolución y las tecnologías más avanzadas como lo vehículos eléctricos, las baterías y los biocarburantes”, señalan desde la petrolera británica.
Sin embargo, BP ha decidido participar directamente en desarrollos de energías renovables, y se encuentra entre los principales productores de energía eólica en Estados Unidos, donde tiene participación en 16 parques eólicos en ese país.
Y Shell, la mayor petrolera de Europa, creó en mayo su división de Nuevas Energías para invertir en renovables y soluciones bajas en carbono.
Bajo esta nueva división, la petrolera anglo-holandesa ha aglutinado sus actividades de hidrógeno, biocombustibles y electricidad, pero también sirve de base para una nueva unidad de energía eólica. Este área cuenta con un capital de 1.700 millones de dólares y se prevé que invierta hasta 200 millones de dólares al año.
Otra compañía europea, la noruega Statoil también está apostando fuerte por la energía eólica, con varios desarrollos, principalmente offshore. Así, en el mes de mayo se adjudicó un contrato de arrendamiento de una plataforma frente a las costas de Escocia, donde construirá el primer parque eólico flotante del mundo. Bajo el nombre de Hywind Project, este parque contará con cinco turbinas de 6 megavatios (MW).
Por su parte, ENI tiene planeado invertir hasta 1.000 millones de dólares en los próximos tres años en energías renovables. De momento, la petrolera italiana desarrollará proyectos renovables en Italia, Pakistán y Egipto, tres mercados que conoce bien por su negocio tradicional.
Fuera de Europa, la petrolera estatal colombiana, Ecopetrol, también está analizando su entrada en el mercado de las energías renovables, realizando varios estudios piloto en energías solar y eólico, pero las grandes petroleras privadas aún le llevan ventaja.
Sin embargo, aunque Europa es el área geográfica donde las compañías del sector petrolero están más avanzadas en el negocio renovable, hace ya años que todas las petroleras intentan mitigar el impacto de su actividad en el medio ambiente. El área de downstream es donde más se ha notado esta apuesta con el desarrollo de biocombustibles.
Así, por ejemplo, la petrolera brasileña Petrobras cuenta con tres plantas de biocombustibles con capacidad de producción de 326.000 metros cúbicos al año. “La tecnología que desarrollamos permite trabajar con todos los tipos de plantas oleaginosas, como ricino, soja, maní y girasol, entre otras”, apuntan desde la compañía.
A pesar de los esfuerzos realizados, la industria petrolera aún tiene un largo camino que recorrer si no quieren “hacer frente a un fin desagradable y brutal”, en diez años, como ha pronosticado el thinktank Chatam House, si no modifican su modelo de negocio.
Fuente: Energia 16
Petroleras, cada vez más ‘verdes’
Reviewed by Anónimo
on
11/07/2016
Rating: