Sobra el petróleo.
En las costas atlánticas de Europa hay alrededor de 1.400 millones de litros de petróleo flotando en el mar. O sea, nueve millones de barriles. Están en cerca de 20 barcos de tipo Aframax, que caben por el Canal de Panamá y llevan cada uno en torno a 600.000 barriles.
En Singapur hay al menos 10 buques-tanque más grandes, del tipo VLCC, con unos dos millones de barriles cada uno, cargados de crudo. Ninguno de esos buques-tanque va a ninguna parte. Son almacenes de crudo. Es una práctica que se lleva a cabo en la industria del petróleo cuando se espera que el precio futuro del crudo suba lo suficiente como para hacer rentable mantener esos barcos paralizados, o cuando simplemente no hay capacidad para guardar el petróleo en depósitos convencionales, en tierra, porque están todos llenos.
En esta ocasión, pasan las dos cosas. Los barcos transformados en depósitos flotantes son una muestra del exceso de oferta de crudo que va a motivar hoy una serie de reuniones entre los ministros de Petróleo de Venezuela, Argelia, y Rusia, y pasado mañana una cumbre de la OPEP. El objetivo es reducir la producción de crudo. Argelia ha sugerido un recorte de entre el 4% y el 4,5%.
Eso supondría más de un millón de barriles diarios, aunque otros países quieren limitarlo a medio millón. La OPEP también quiere que los grandes productores que no forman parte del cartel, sobre todo Rusia, limiten su producción en alrededor de 600.000 barriles. Pero Moscú, que, pese a sus delirios de grandeza en Siria, Ucrania e internet, tiene una economía propia de país en vías de desarrollo (es decir, exportador de materias primas) no quiere limitar su producción de petróleo. Ésa es una de las grandes incógnitas de esta negociación: Arabia Saudí, que es quien manda en la OPEP, ha cancelado los contactos con Rusia y otros países ajenos al cartel porque dice que no están asumiendo su cuota de responsabilidad. El problema es que no basta con pactar un acuerdo de reducción de la producción; también hay que cumplirlo.
Y ahí las cosas no están nada claras, porque el historial de los productores de petróleo de violaciones de sus propios compromisos es abrumador. De hecho, una de las razones de que ahora mismo haya tantos petroleros haciendo de depósitos flotantes es el acuerdo al que llegó la OPEP en septiembre para reducir la producción.
Los países firmaron y, a continuación, se pusieron a bombear como si no hubiera mañana. Desde que se alcanzó el acuerdo, Libia ha aumentado su producción en un tercio, hasta los 600.000 barriles diarios, según la consultora Wood Mackenzie, y planea aumentar esa cifra en otros 300.000 antes de fin de año. Kazajistán ha celebrado la apertura a la explotación comercial del campo gigante de Tengiz con planes para seguir aumentando su producción en casi medio millón de barriles diarios en las próximas semanas. Otro caso es Irak: con un precio del barril en el entorno de los 50 dólares, ese país no tiene ningún incentivo para recortar su producción, que le está trayendo unos ingresos que le permitirán crecer a un espectacular 7,2% del PIB este año, según el Banco Mundial.
Y, por último, queda Arabia Saudí, que está envuelta en una guerra económica contra Irán. Los saudíes son los que mandan en la OPEP, y quieren que pasado mañana la organización se centre en cómo organizar un recorte de la producción que dañe lo más posible a Teherán. Algunas informaciones apuntan a que Riad está tratando incluso de convencer a Egipto -que económicamente es casi un estado cliente suyo- de impedir que petroleros con crudo iraní usen el Canal de Suez. Con todos esos condicionantes, solo cabe hacer como los petroleros en el Mar del Norte y en Singapur: esperar y ver qué pasa.
Fuente: El Mundo (España)
En Singapur hay al menos 10 buques-tanque más grandes, del tipo VLCC, con unos dos millones de barriles cada uno, cargados de crudo. Ninguno de esos buques-tanque va a ninguna parte. Son almacenes de crudo. Es una práctica que se lleva a cabo en la industria del petróleo cuando se espera que el precio futuro del crudo suba lo suficiente como para hacer rentable mantener esos barcos paralizados, o cuando simplemente no hay capacidad para guardar el petróleo en depósitos convencionales, en tierra, porque están todos llenos.
En esta ocasión, pasan las dos cosas. Los barcos transformados en depósitos flotantes son una muestra del exceso de oferta de crudo que va a motivar hoy una serie de reuniones entre los ministros de Petróleo de Venezuela, Argelia, y Rusia, y pasado mañana una cumbre de la OPEP. El objetivo es reducir la producción de crudo. Argelia ha sugerido un recorte de entre el 4% y el 4,5%.
Eso supondría más de un millón de barriles diarios, aunque otros países quieren limitarlo a medio millón. La OPEP también quiere que los grandes productores que no forman parte del cartel, sobre todo Rusia, limiten su producción en alrededor de 600.000 barriles. Pero Moscú, que, pese a sus delirios de grandeza en Siria, Ucrania e internet, tiene una economía propia de país en vías de desarrollo (es decir, exportador de materias primas) no quiere limitar su producción de petróleo. Ésa es una de las grandes incógnitas de esta negociación: Arabia Saudí, que es quien manda en la OPEP, ha cancelado los contactos con Rusia y otros países ajenos al cartel porque dice que no están asumiendo su cuota de responsabilidad. El problema es que no basta con pactar un acuerdo de reducción de la producción; también hay que cumplirlo.
Y ahí las cosas no están nada claras, porque el historial de los productores de petróleo de violaciones de sus propios compromisos es abrumador. De hecho, una de las razones de que ahora mismo haya tantos petroleros haciendo de depósitos flotantes es el acuerdo al que llegó la OPEP en septiembre para reducir la producción.
Los países firmaron y, a continuación, se pusieron a bombear como si no hubiera mañana. Desde que se alcanzó el acuerdo, Libia ha aumentado su producción en un tercio, hasta los 600.000 barriles diarios, según la consultora Wood Mackenzie, y planea aumentar esa cifra en otros 300.000 antes de fin de año. Kazajistán ha celebrado la apertura a la explotación comercial del campo gigante de Tengiz con planes para seguir aumentando su producción en casi medio millón de barriles diarios en las próximas semanas. Otro caso es Irak: con un precio del barril en el entorno de los 50 dólares, ese país no tiene ningún incentivo para recortar su producción, que le está trayendo unos ingresos que le permitirán crecer a un espectacular 7,2% del PIB este año, según el Banco Mundial.
Y, por último, queda Arabia Saudí, que está envuelta en una guerra económica contra Irán. Los saudíes son los que mandan en la OPEP, y quieren que pasado mañana la organización se centre en cómo organizar un recorte de la producción que dañe lo más posible a Teherán. Algunas informaciones apuntan a que Riad está tratando incluso de convencer a Egipto -que económicamente es casi un estado cliente suyo- de impedir que petroleros con crudo iraní usen el Canal de Suez. Con todos esos condicionantes, solo cabe hacer como los petroleros en el Mar del Norte y en Singapur: esperar y ver qué pasa.
Fuente: El Mundo (España)
Sobra el petróleo.
Reviewed by Anónimo
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11/28/2016
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