¿Quién mató la democracia? #Especial @DoubleplusUT
Trump denigra de México, construirá un muro y no lo pagará, deportará inmigrantes -olvida que EE.UU es una nación de inmigrantes-, aprueba la tortura, confía por igual en Putin que en Merkel, gobierna por tuiter porque “los medios son deshonestos”, es segregacionista, racista, “patriotero”, se opone a todo acuerdo si no responde incondicionalmente a sus propios fines. Aviva el odio social y la intolerancia y propone una grandeza basada en la destrucción ajena. Para él, el infierno es siempre el otro. ¿Tomaría lecciones con Chávez o Sartre?
Se trata de un discurso efectista, reactivo, vulgar, que busca impactar en una población que tiene miedo y no sabe qué pensar y cómo hacer frente a problemas reales. Trump no está solo, Putin en Rusia, Tayyip Erdoğan en Turquía, Marie Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría. Geert Wilders en Holanda; y, por la izquierda, Iglesias en España y toda la banda protochavista latinoamericana.
Sujetos así, ¿nacen o se hacen? ¿Cómo es que la sociedad contemporánea los produce en tal número y variedad; y, además, los pone a gobernar? El argumento de todos es que “basta de lo políticamente correcto”. Es autoritarismo revestido de falso amor a unos y desprecio real a todos.
Se aprovechan del dilema del prisionero: la gente estará mejor si se apoya, pero el miedo la conduce a rechazarse; al final, todos empeoran. Esta deriva (psico)lógica, archiconocida, funciona trágicamente igual en quienes por observar una conducta inapropiada en alguien, terminan justificándola en cualquiera, aun discrepando. Así todos terminamos actuando como presos irracionales.
Por razones seguras estos “líderes” fracasarán, pero en el camino dejarán daños incalculables y, quién sabe, quizá hasta una tercera guerra. Ingresaron por la puerta grande que -entre otros- les abrió la política vacía, que atrofió el ideal democrático reduciéndolo a reformismo y mercadotecnia electoral, olvidando que requiere trabajo, ciudadanos y visiones coherentes y que valga la pena defender.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
Se trata de un discurso efectista, reactivo, vulgar, que busca impactar en una población que tiene miedo y no sabe qué pensar y cómo hacer frente a problemas reales. Trump no está solo, Putin en Rusia, Tayyip Erdoğan en Turquía, Marie Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría. Geert Wilders en Holanda; y, por la izquierda, Iglesias en España y toda la banda protochavista latinoamericana.
Sujetos así, ¿nacen o se hacen? ¿Cómo es que la sociedad contemporánea los produce en tal número y variedad; y, además, los pone a gobernar? El argumento de todos es que “basta de lo políticamente correcto”. Es autoritarismo revestido de falso amor a unos y desprecio real a todos.
Se aprovechan del dilema del prisionero: la gente estará mejor si se apoya, pero el miedo la conduce a rechazarse; al final, todos empeoran. Esta deriva (psico)lógica, archiconocida, funciona trágicamente igual en quienes por observar una conducta inapropiada en alguien, terminan justificándola en cualquiera, aun discrepando. Así todos terminamos actuando como presos irracionales.
Por razones seguras estos “líderes” fracasarán, pero en el camino dejarán daños incalculables y, quién sabe, quizá hasta una tercera guerra. Ingresaron por la puerta grande que -entre otros- les abrió la política vacía, que atrofió el ideal democrático reduciéndolo a reformismo y mercadotecnia electoral, olvidando que requiere trabajo, ciudadanos y visiones coherentes y que valga la pena defender.
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
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Reviewed by Anónimo
on
1/23/2017
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