Crisis de seguridad alimentaria en Venezuela
Venezuela es uno de los países más ricos del mundo. Es el quinto exportador mundial de petróleo y el tercero a Estados Unidos, y sus reservas comprobadas de crudo son las segundas del sistema global, sólo por detrás de Arabia Saudita.
El mundo experimentó en la primera década del siglo XXI un súperciclo de los commodities, y todos ellos adquirieron por primera vez en la historia precios récord en forma simultánea, tanto los metales como los energéticos y los agrícolas.
Durante el gobierno de Hugo Chávez (1999/2015), Venezuela recibió más de U$S 1 billón provenientes de la renta petrolera. Todo en Venezuela gira alrededor del petróleo: 98% de las exportaciones venezolanas están constituidas por petróleo y derivados.
Es una cifra superior a la que logró en la década del 70 (gobierno de Carlos Andrés Pérez), cuando el mundo experimentó dos shocks petroleros sucesivos, y el crudo pasó de U$S 2 el barril a U$S 40 el barril en 10 años.
Esa fue la “Venezuela saudita” donde parecía posible y estaba muy cerca de serlo.
Venezuela es ahora el país más golpeado por la caída del precio del petróleo, que ha disminuido en más de 70% en los últimos tres años. Por eso ha perdido prácticamente la capacidad de compra del exterior y no puede satisfacer la demanda doméstica de alimentos que depende del comercio internacional en más de 70%.
Por eso hay hambre en Venezuela, sobre todo en los sectores populares de los grandes centros urbanos y en especial el Gran Caracas. Venezuela experimenta un proceso de desintegración aguda de sus estructuras económicas, políticas y sociales, que la asemejan a un “Estado fallido”.
La crisis venezolana pone de relieve que la seguridad alimentaria de un país depende fundamentalmente de sus condiciones internas, ante todo de carácter político; y esto implica la existencia de un Estado en condiciones de actuar. Esto es lo que falta en Venezuela hoy.
Lo más revelador sobre la situación de seguridad alimentaria de un país no surge de la relación oferta demanda, sino de la capacidad que tiene para gobernar el Estado de ese país.
Hay dos tipos de regiones en el mundo en materia alimentaria. Por un lado las superavitarias y por el otro las demandantes. La región superavitaria por antonomasia es el hemisferio americano: Estados Unidos y Canadá en el norte, y en el sur Brasil y Argentina.
Luego están los países que han dejado de ser exportadores de alimentos y se han convertido en importadores.
Desde 1990 – señala el FMI – son 27 los países que han dejado de ser exportadores netos y se han convertido en importadores; y la crisis de seguridad alimentaria aparece cuando los países que han realizado este giro estratégico pierden o debilitan la capacidad de financiar las nuevas importaciones. Eso puede dar origen incluso a una situación catastrófica, como es el caso de Venezuela hoy.
Los productos agroalimentarios son escasamente comercializados en el mercado internacional. Sólo 8% de la producción mundial de agroalimentos es comercializada en el exterior; y ese 8% proviene en su casi totalidad de los países superavitarios.
Esto hace que la seguridad alimentaria sea sobre todo en situaciones de crisis una cuestión esencialmente doméstica y no global.
El papel estratégico de los países superavitarios ante las situaciones de crisis de seguridad alimentaria es cada vez mayor.
Esto vale, en primer lugar, para la relación entre Brasil y la Argentina, por un lado, y Venezuela por el otro.
Fuente: El Clarin
El mundo experimentó en la primera década del siglo XXI un súperciclo de los commodities, y todos ellos adquirieron por primera vez en la historia precios récord en forma simultánea, tanto los metales como los energéticos y los agrícolas.
Durante el gobierno de Hugo Chávez (1999/2015), Venezuela recibió más de U$S 1 billón provenientes de la renta petrolera. Todo en Venezuela gira alrededor del petróleo: 98% de las exportaciones venezolanas están constituidas por petróleo y derivados.
Es una cifra superior a la que logró en la década del 70 (gobierno de Carlos Andrés Pérez), cuando el mundo experimentó dos shocks petroleros sucesivos, y el crudo pasó de U$S 2 el barril a U$S 40 el barril en 10 años.
Esa fue la “Venezuela saudita” donde parecía posible y estaba muy cerca de serlo.
Venezuela es ahora el país más golpeado por la caída del precio del petróleo, que ha disminuido en más de 70% en los últimos tres años. Por eso ha perdido prácticamente la capacidad de compra del exterior y no puede satisfacer la demanda doméstica de alimentos que depende del comercio internacional en más de 70%.
Por eso hay hambre en Venezuela, sobre todo en los sectores populares de los grandes centros urbanos y en especial el Gran Caracas. Venezuela experimenta un proceso de desintegración aguda de sus estructuras económicas, políticas y sociales, que la asemejan a un “Estado fallido”.
La crisis venezolana pone de relieve que la seguridad alimentaria de un país depende fundamentalmente de sus condiciones internas, ante todo de carácter político; y esto implica la existencia de un Estado en condiciones de actuar. Esto es lo que falta en Venezuela hoy.
Lo más revelador sobre la situación de seguridad alimentaria de un país no surge de la relación oferta demanda, sino de la capacidad que tiene para gobernar el Estado de ese país.
Hay dos tipos de regiones en el mundo en materia alimentaria. Por un lado las superavitarias y por el otro las demandantes. La región superavitaria por antonomasia es el hemisferio americano: Estados Unidos y Canadá en el norte, y en el sur Brasil y Argentina.
Luego están los países que han dejado de ser exportadores de alimentos y se han convertido en importadores.
Desde 1990 – señala el FMI – son 27 los países que han dejado de ser exportadores netos y se han convertido en importadores; y la crisis de seguridad alimentaria aparece cuando los países que han realizado este giro estratégico pierden o debilitan la capacidad de financiar las nuevas importaciones. Eso puede dar origen incluso a una situación catastrófica, como es el caso de Venezuela hoy.
Los productos agroalimentarios son escasamente comercializados en el mercado internacional. Sólo 8% de la producción mundial de agroalimentos es comercializada en el exterior; y ese 8% proviene en su casi totalidad de los países superavitarios.
Esto hace que la seguridad alimentaria sea sobre todo en situaciones de crisis una cuestión esencialmente doméstica y no global.
El papel estratégico de los países superavitarios ante las situaciones de crisis de seguridad alimentaria es cada vez mayor.
Esto vale, en primer lugar, para la relación entre Brasil y la Argentina, por un lado, y Venezuela por el otro.
Fuente: El Clarin
Crisis de seguridad alimentaria en Venezuela
Reviewed by Anónimo
on
3/04/2017
Rating: