Los retos de desmantelar plataformas
En 1976, la petrolera anglo-holandesa Royal Dutch Shell ponía en funcionamiento la plataforma Brent Delta, una estructura de 24.000 toneladas, 300 metros de altura -similar a la de la Torre Eiffel pero con la mitad de ellos sumergidos en el mar- y ubicada a 186 kilómetros de la costa de Escocia.
En diciembre de 2011 la misma empresa decidía finalizar sus operaciones y taponar los 48 pozos que han alimentado la producción de esta gigantesca infraestructura. El año que viene se retirará del yacimiento Brent y será trasladada a ABLE Seaton Port (ASP), un puerto situado cerca de la localidad de Teesside, en la costa este del Reino Unido y que según la empresa reúne las características técnicas, de espacio y la experiencia para hacerse cargo del desmantelamiento en tierra y el posterior reciclaje del 97 por ciento de la parte superior de Brent Delta.
Las cuatro plataformas que operaban en el campo -Alpha, Bravo, Charlie y Delta- han producido 4.000 millones de barriles equivalentes de petróleo durante más de cuatro décadas, casi el 10 por ciento de todo lo que ha producido el Reino Unido en el Mar del Norte. Sin embargo, a día de hoy, los planes de Shell pasan por desmantelar este histórico campo petrolero que le ha dado nombre a uno de los índices referenciales de precios del petróleo del mundo.
Ahora, el rastro de estas estructuras va a ser borrado del mar, y el primer turno es para Brent Delta.
Las magnitudes en este proyecto son gigantes y por ello ha sido necesaria la construcción de un barco capaz de levantar 48.000 toneladas. Esa embarcación se llama Pioneering Spirit. En 2010, Allseas se hizo con el contrato para el desmantelamiento de la plataforma Brent Delta. La compañía suiza adjudicó la construcción del buque a la surcoreana Daewoo por 2.400 millones de euros. El resultado ha sido una de las embarcaciones más grande del mundo, con 382 metros de largo y 124 de ancho, que con dos enormes brazos, rodeará la plataforma y levantará la parte superior de la estructura en un solo movimiento mediante un sistema hidráulico. El barco viajó a principios de año hasta el puerto holandés de Rotterdam, que tiene una accesible ruta hacia el Mar del Norte y donde se han realizado los últimos trabajos antes de iniciar su viaje hacia el yacimiento.
El contrato de Shell y Allseas se extiende a las otras dos plataformas que han dejado de estar operativas y que serán desmanteladas en los próximos años, además de contemplar la posibilidad de incluir a Charlie en el futuro.
Sin embargo, los proyectos de Shell son sólo la punta del iceberg de un negocio incipiente que se está gestando en esta región del Océano Atlántico.
Según los datos del Departamento de Energía y Cambio Climático del Reino Unido (DECC, por sus siglas en inglés), hasta 2008 habían cerrado, habían cesado su actividad o se había desmantelado unas 200 instalaciones en el Mar del Norte. La cantidad y la antigüedad de estas plataformas, que en muchos casos superan las tres décadas, sitúa las previsiones de inversión en miles de millones. Un informe elaborado por la consultora Arup junto a Decom North Sea –una institución especializada en el sector- estima que los costes para realizar programas de desmantelamiento en los próximos 30 años podrían llegar a unos 75.000 millones de dólares (50.000 millones de libras). A medio plazo, las estimaciones señalan un gasto en estas operaciones de 25.000 millones de dólares entre 2014 y 2017.
Sólo en la Plataforma Continental del Reino Unido (UKCS, por sus siglas en inglés), hay alrededor de 400 instalaciones de este tipo, según un reciente informe de Decom North Sea. Dinamarca, Países Bajos y Noruega son, junto a Reino Unido, los países que acumulan el resto de plataformas mar adentro en la región (ver gráfico 1). A todas ellas hay que sumar la infraestructura adicional necesaria para transportar los hidrocarburos, como las tuberías, los soportes de hormigón y los marcos de acero que soportan el peso de la parte superior de las plataformas, además de los pozos. De hecho, el Decom Insight 2014 estima que de los 5.000 pozos que hay ahora en la zona, está previsto que el 19 por ciento de ellos se clausuren la próxima década, con un coste estimado de 9.700 millones de dólares (6.400 millones de libras).
1.Tipos de instalaciones petroleras en el Mar del Norte por país
Las técnicas de recuperación mejorada están permitiendo extender la vida de algunos de estos pozos, aunque las estimaciones sitúan 2017, 2019 y 2022 como los años en los que se registrarán los picos de estas operaciones (ver gráfico 2).
2. Previsión del ritmo/coste de desmantelamiento según el tipo de pozo
Shell, antes y después de Spar
El uso del Pioneering Spirit supone un avance técnico frente a las estrategias que la petrolera anglo-holandesa ha seguido en otras ocasiones. Y es que Shell tiene una larga experiencia en este tipo de proyectos y sus planes de desmantelamiento han influido de manera destacada en los estudios posteriores sobre estrategia, en las regulaciones y sobre todo, en el desarrollo de la responsabilidad social corporativa en la industria petrolera.
A pesar de que la compañía ha desmantelado hasta el momento 12 instalaciones en aguas del Reino Unido, el caso de la plataforma Brent Spar marcó un antes y un después en el sector. En 1991 la instalación dejó de estar operativa y en 1995, tras 30 años de funcionamiento, Shell se dispuso a desmantelarla. La petrolera consideró entonces que la mejor idea para deshacerse de esta plataforma flotante de almacenamiento de crudo era hundirla. Dejar reposar estas infraestructuras en el fondo marino es una de las opciones cuando dejan de ser productivas. Esta alternativa es más económica y consiste en hundir las patas de acero de la estructura en el lecho marino.
A pesar de ser una práctica que la industria contempla como viable, los planes de Shell se vieron frenados por las protestas del grupo ecologista Greenpeace, que inició una importante campaña para evitar el hundimiento. Los ecologistas incluso tomaron la plataforma durante varios días para evitar que Brent Spar acabara en el fondo del mar, pero sobre todo, lograron un gran eco mediático que pronto tuvo efectos en la sociedad, que no veía con buenos ojos el hundimiento de la plataforma petrolera en el Atlántico. La situación llegó a tal punto que se registraron actos de sabotaje en algunas gasolineras de Shell y se animó a los consumidores a evitar repostar en sus estaciones de servicio, lo que en algunos países, como en Alemania, acabó afectando a las ventas de combustible en las gasolineras.
El plan de Shell, que había sido aprobado por las autoridades reguladoras del Reino Unido antes de que la noticia se conociera de forma masiva, tuvo que ser revisado.
La presión fue tal que finalmente la petrolera decidió cambiar de planes, desmontando la plataforma Brent Spar en tierra y reciclándola.
Un negocio tan lucrativo como retador
Según un informe económico del Gobierno británico, el medio millar de plataformas que existen en la UKCS van a ser desmanteladas en las próximas tres décadas. Estas estimaciones dibujan por tanto un incipiente mercado que ofrece enormes oportunidades, como la posibilidad de adquirir la experiencia técnica y humana que más tarde podría exportarse a otras importantes zonas productoras del mundo, más allá del norte de Europa.
Es el caso del Golfo de México o el Pacífico. Un ejemplo en este sentido es la costa de California. Se trata de una región con crecientes posibilidades de negocio, atendiendo a los datos. Un reciente estudio realizado por la Oficina de Seguridad y Medio Ambiente de la Región del Pacífico (BSEE por sus siglas en inglés) estima que el coste del desmantelamiento en 2014 de las plataformas petroleras en la región californiana de la Plataforma Continental Exterior (OCS por sus siglas en inglés), se situaba en 1.460 millones de dólares. Este organismo realiza periódicamente análisis sobre las costes aproximados de las actividades de desmantelamiento y en este caso, destaca que las inversiones necesarias para desinstalar las plataformas en la OCS aumentaron entre 2010 y 2014 un 16,6 por ciento.
En el mismo periodo, los gastos estimados de desmantelamiento en el Golfo de México fueron de unos 9.000 millones de dólares, aunque las previsiones señalan un negocio potencial de unos 26.000 millones, donde las instalaciones en aguas poco profundas capitalizarían 18.000 millones del total.
La caída de los precios del petróleo podría acelerar los planes de las petroleras para deshacerse de activos que han llegado al final de su vida productiva. Sin embargo, es necesario destacar que estos proyectos necesitan años de estudio y deben ser aprobados por multitud de actores: empresas, expertos externos y reguladores revisan el proyecto una y otra vez para reducir al mínimo los riesgos de mover una plataforma y dejar el espacio como si nunca hubiera estado instalada.
En el caso del desmantelamiento del yacimiento Brent, la petrolera Shell inició el estudio para llevar a cabo el proyecto en 2006, y una década después ha sido aprobado por el DECC británico. En el largo camino se han realizado estudios técnicos, de viabilidad operativa y de daños al ecosistema que han sido validados posteriormente por más de 180 organismos e instituciones -entre ellas varias organizaciones ecologistas-, en el periodo de consultas públicas establecido en la legislación británica para los planes de desmantelamientos.
Los expertos coinciden en señalar que es crucial que las petroleras contemplen el proceso de desmantelamiento como una operación tan estratégica como el inicio de nuevas exploraciones petroleras. De hecho, en opinión de los analistas de KPMG, una mala gestión de los procesos de desmantelamiento que se avecinan podría lastrar los resultados de las compañías petroleras.
Es más, los analistas aseguran que esta visión puede suponer una oportunidad, ya que “el tratamiento del desmantelamiento como una cuestión estratégica mejorará la toma de decisiones de la empresa y será una nueva oportunidad para que los actores más ágiles y flexibles obtengan una ventaja competitiva”.
El primer paso para alcanzar con éxito el objetivo es decidir qué papel van a jugar para deshacerse de la plataforma. Los operadores pueden optar por mantener su participación hasta el final de la vida productiva de la plataforma o venderla a empresas especializadas en obtener valor de activos maduros. Es una decisión crucial, ya que las obligaciones varían sustancialmente en caso de ser o no el operador de la plataforma. En el caso de vender el activo y de acuerdo a la legislación británica, el operador debe saber que existe la posibilidad de que tenga que asumir la responsabilidad del desmantelamiento en caso de que el nuevo propietario no tenga capacidad financiera suficiente para afrontarlo.
Una vez salvado este aspecto, la gran incertidumbre en cuanto a los tiempos y los costes de los desmantelamientos en un entorno de precios volátiles del barril son algunos de los desafíos a los que deberán enfrentarse las empresas en el medio plazo.
Por otro lado, las opciones de desmantelamiento son diferentes para cada parte de la estructura. Así, mientras que la práctica habitual es trasladar la parte superior a tierra para que sea desmontada y reciclada lejos del mar, para la parte inferior, que soporta todo el peso y que está parcialmente hundida en el mar y en el lecho marino, existen varias opciones: es posible trasladarla también a tierra, transportar sólo una parte y reutilizar o hundir la restante o dejar toda la infraestructura inferior en el mar.
La legislación británica contempla varios tipos de desmantelamiento atendiendo a las diferentes plataformas. Por una parte, aquellas plataformas instaladas antes de febrero de 1999 deben ser totalmente desmanteladas siempre que sea posible, al considerar que es la solución más respetuosa con el medio ambiente.
No obstante, si por razones de seguridad o complejidad técnica no es posible retirar completamente la estructura, existe la posibilidad de que algunas de las partes que componen la plataforma se queden en el mar. Un ejemplo de este caso pueden ser los cimientos de acero que tienen algunas plataformas. La decisión de dejar o no estas partes de la infraestructura debe analizarse conjuntamente entre el operador y los reguladores.
Las empresas toman posiciones
Mover miles de toneladas de peso en alta mar no es una tarea que pueda realizar cualquier empresa. En este mercado, la especialización es una máxima y Allseas es una de las compañías que está encabezando el desarrollo de la tecnología necesaria para llevar a cabo estos proyectos que se van a multiplicar en los próximos años. No es la única. Otras empresas, como Saipem o Seamar se están especializando en este sector, centrando su negocio en los principales mercados de América Latina.
3.Previsión del coste de desmantelamiento en la UKCS 2014-2023
En el caso del Mar del Norte, la antigüedad y la cantidad de las plataformas petroleras de la región está siendo el mejor incentivo para animar a las empresas de servicios a reunir la técnica y el capital humano necesario para afrontar estos megaproyectos. No obstante, desde la Real Academia de Ingeniería Británica advierten que para afrontar el ritmo de trabajo que se estima, con unas inversiones que sólo en 2017 se aproximarían a 3.000 millones de dólares (ver gráfico 3), es necesario promocionar el sector del desmantelamiento desde las universidades, proporcionar una formación específica a los alumnos y retener el talento en las empresas.
Fuente: Sonia Gil
En diciembre de 2011 la misma empresa decidía finalizar sus operaciones y taponar los 48 pozos que han alimentado la producción de esta gigantesca infraestructura. El año que viene se retirará del yacimiento Brent y será trasladada a ABLE Seaton Port (ASP), un puerto situado cerca de la localidad de Teesside, en la costa este del Reino Unido y que según la empresa reúne las características técnicas, de espacio y la experiencia para hacerse cargo del desmantelamiento en tierra y el posterior reciclaje del 97 por ciento de la parte superior de Brent Delta.
Las cuatro plataformas que operaban en el campo -Alpha, Bravo, Charlie y Delta- han producido 4.000 millones de barriles equivalentes de petróleo durante más de cuatro décadas, casi el 10 por ciento de todo lo que ha producido el Reino Unido en el Mar del Norte. Sin embargo, a día de hoy, los planes de Shell pasan por desmantelar este histórico campo petrolero que le ha dado nombre a uno de los índices referenciales de precios del petróleo del mundo.
Ahora, el rastro de estas estructuras va a ser borrado del mar, y el primer turno es para Brent Delta.
Las magnitudes en este proyecto son gigantes y por ello ha sido necesaria la construcción de un barco capaz de levantar 48.000 toneladas. Esa embarcación se llama Pioneering Spirit. En 2010, Allseas se hizo con el contrato para el desmantelamiento de la plataforma Brent Delta. La compañía suiza adjudicó la construcción del buque a la surcoreana Daewoo por 2.400 millones de euros. El resultado ha sido una de las embarcaciones más grande del mundo, con 382 metros de largo y 124 de ancho, que con dos enormes brazos, rodeará la plataforma y levantará la parte superior de la estructura en un solo movimiento mediante un sistema hidráulico. El barco viajó a principios de año hasta el puerto holandés de Rotterdam, que tiene una accesible ruta hacia el Mar del Norte y donde se han realizado los últimos trabajos antes de iniciar su viaje hacia el yacimiento.
El contrato de Shell y Allseas se extiende a las otras dos plataformas que han dejado de estar operativas y que serán desmanteladas en los próximos años, además de contemplar la posibilidad de incluir a Charlie en el futuro.
Sin embargo, los proyectos de Shell son sólo la punta del iceberg de un negocio incipiente que se está gestando en esta región del Océano Atlántico.
Según los datos del Departamento de Energía y Cambio Climático del Reino Unido (DECC, por sus siglas en inglés), hasta 2008 habían cerrado, habían cesado su actividad o se había desmantelado unas 200 instalaciones en el Mar del Norte. La cantidad y la antigüedad de estas plataformas, que en muchos casos superan las tres décadas, sitúa las previsiones de inversión en miles de millones. Un informe elaborado por la consultora Arup junto a Decom North Sea –una institución especializada en el sector- estima que los costes para realizar programas de desmantelamiento en los próximos 30 años podrían llegar a unos 75.000 millones de dólares (50.000 millones de libras). A medio plazo, las estimaciones señalan un gasto en estas operaciones de 25.000 millones de dólares entre 2014 y 2017.
Sólo en la Plataforma Continental del Reino Unido (UKCS, por sus siglas en inglés), hay alrededor de 400 instalaciones de este tipo, según un reciente informe de Decom North Sea. Dinamarca, Países Bajos y Noruega son, junto a Reino Unido, los países que acumulan el resto de plataformas mar adentro en la región (ver gráfico 1). A todas ellas hay que sumar la infraestructura adicional necesaria para transportar los hidrocarburos, como las tuberías, los soportes de hormigón y los marcos de acero que soportan el peso de la parte superior de las plataformas, además de los pozos. De hecho, el Decom Insight 2014 estima que de los 5.000 pozos que hay ahora en la zona, está previsto que el 19 por ciento de ellos se clausuren la próxima década, con un coste estimado de 9.700 millones de dólares (6.400 millones de libras).
1.Tipos de instalaciones petroleras en el Mar del Norte por país
Las técnicas de recuperación mejorada están permitiendo extender la vida de algunos de estos pozos, aunque las estimaciones sitúan 2017, 2019 y 2022 como los años en los que se registrarán los picos de estas operaciones (ver gráfico 2).
2. Previsión del ritmo/coste de desmantelamiento según el tipo de pozo
Shell, antes y después de Spar
El uso del Pioneering Spirit supone un avance técnico frente a las estrategias que la petrolera anglo-holandesa ha seguido en otras ocasiones. Y es que Shell tiene una larga experiencia en este tipo de proyectos y sus planes de desmantelamiento han influido de manera destacada en los estudios posteriores sobre estrategia, en las regulaciones y sobre todo, en el desarrollo de la responsabilidad social corporativa en la industria petrolera.
A pesar de que la compañía ha desmantelado hasta el momento 12 instalaciones en aguas del Reino Unido, el caso de la plataforma Brent Spar marcó un antes y un después en el sector. En 1991 la instalación dejó de estar operativa y en 1995, tras 30 años de funcionamiento, Shell se dispuso a desmantelarla. La petrolera consideró entonces que la mejor idea para deshacerse de esta plataforma flotante de almacenamiento de crudo era hundirla. Dejar reposar estas infraestructuras en el fondo marino es una de las opciones cuando dejan de ser productivas. Esta alternativa es más económica y consiste en hundir las patas de acero de la estructura en el lecho marino.
A pesar de ser una práctica que la industria contempla como viable, los planes de Shell se vieron frenados por las protestas del grupo ecologista Greenpeace, que inició una importante campaña para evitar el hundimiento. Los ecologistas incluso tomaron la plataforma durante varios días para evitar que Brent Spar acabara en el fondo del mar, pero sobre todo, lograron un gran eco mediático que pronto tuvo efectos en la sociedad, que no veía con buenos ojos el hundimiento de la plataforma petrolera en el Atlántico. La situación llegó a tal punto que se registraron actos de sabotaje en algunas gasolineras de Shell y se animó a los consumidores a evitar repostar en sus estaciones de servicio, lo que en algunos países, como en Alemania, acabó afectando a las ventas de combustible en las gasolineras.
El plan de Shell, que había sido aprobado por las autoridades reguladoras del Reino Unido antes de que la noticia se conociera de forma masiva, tuvo que ser revisado.
La presión fue tal que finalmente la petrolera decidió cambiar de planes, desmontando la plataforma Brent Spar en tierra y reciclándola.
Un negocio tan lucrativo como retador
Según un informe económico del Gobierno británico, el medio millar de plataformas que existen en la UKCS van a ser desmanteladas en las próximas tres décadas. Estas estimaciones dibujan por tanto un incipiente mercado que ofrece enormes oportunidades, como la posibilidad de adquirir la experiencia técnica y humana que más tarde podría exportarse a otras importantes zonas productoras del mundo, más allá del norte de Europa.
Es el caso del Golfo de México o el Pacífico. Un ejemplo en este sentido es la costa de California. Se trata de una región con crecientes posibilidades de negocio, atendiendo a los datos. Un reciente estudio realizado por la Oficina de Seguridad y Medio Ambiente de la Región del Pacífico (BSEE por sus siglas en inglés) estima que el coste del desmantelamiento en 2014 de las plataformas petroleras en la región californiana de la Plataforma Continental Exterior (OCS por sus siglas en inglés), se situaba en 1.460 millones de dólares. Este organismo realiza periódicamente análisis sobre las costes aproximados de las actividades de desmantelamiento y en este caso, destaca que las inversiones necesarias para desinstalar las plataformas en la OCS aumentaron entre 2010 y 2014 un 16,6 por ciento.
En el mismo periodo, los gastos estimados de desmantelamiento en el Golfo de México fueron de unos 9.000 millones de dólares, aunque las previsiones señalan un negocio potencial de unos 26.000 millones, donde las instalaciones en aguas poco profundas capitalizarían 18.000 millones del total.
La caída de los precios del petróleo podría acelerar los planes de las petroleras para deshacerse de activos que han llegado al final de su vida productiva. Sin embargo, es necesario destacar que estos proyectos necesitan años de estudio y deben ser aprobados por multitud de actores: empresas, expertos externos y reguladores revisan el proyecto una y otra vez para reducir al mínimo los riesgos de mover una plataforma y dejar el espacio como si nunca hubiera estado instalada.
En el caso del desmantelamiento del yacimiento Brent, la petrolera Shell inició el estudio para llevar a cabo el proyecto en 2006, y una década después ha sido aprobado por el DECC británico. En el largo camino se han realizado estudios técnicos, de viabilidad operativa y de daños al ecosistema que han sido validados posteriormente por más de 180 organismos e instituciones -entre ellas varias organizaciones ecologistas-, en el periodo de consultas públicas establecido en la legislación británica para los planes de desmantelamientos.
Los expertos coinciden en señalar que es crucial que las petroleras contemplen el proceso de desmantelamiento como una operación tan estratégica como el inicio de nuevas exploraciones petroleras. De hecho, en opinión de los analistas de KPMG, una mala gestión de los procesos de desmantelamiento que se avecinan podría lastrar los resultados de las compañías petroleras.
Es más, los analistas aseguran que esta visión puede suponer una oportunidad, ya que “el tratamiento del desmantelamiento como una cuestión estratégica mejorará la toma de decisiones de la empresa y será una nueva oportunidad para que los actores más ágiles y flexibles obtengan una ventaja competitiva”.
El primer paso para alcanzar con éxito el objetivo es decidir qué papel van a jugar para deshacerse de la plataforma. Los operadores pueden optar por mantener su participación hasta el final de la vida productiva de la plataforma o venderla a empresas especializadas en obtener valor de activos maduros. Es una decisión crucial, ya que las obligaciones varían sustancialmente en caso de ser o no el operador de la plataforma. En el caso de vender el activo y de acuerdo a la legislación británica, el operador debe saber que existe la posibilidad de que tenga que asumir la responsabilidad del desmantelamiento en caso de que el nuevo propietario no tenga capacidad financiera suficiente para afrontarlo.
Una vez salvado este aspecto, la gran incertidumbre en cuanto a los tiempos y los costes de los desmantelamientos en un entorno de precios volátiles del barril son algunos de los desafíos a los que deberán enfrentarse las empresas en el medio plazo.
Por otro lado, las opciones de desmantelamiento son diferentes para cada parte de la estructura. Así, mientras que la práctica habitual es trasladar la parte superior a tierra para que sea desmontada y reciclada lejos del mar, para la parte inferior, que soporta todo el peso y que está parcialmente hundida en el mar y en el lecho marino, existen varias opciones: es posible trasladarla también a tierra, transportar sólo una parte y reutilizar o hundir la restante o dejar toda la infraestructura inferior en el mar.
La legislación británica contempla varios tipos de desmantelamiento atendiendo a las diferentes plataformas. Por una parte, aquellas plataformas instaladas antes de febrero de 1999 deben ser totalmente desmanteladas siempre que sea posible, al considerar que es la solución más respetuosa con el medio ambiente.
No obstante, si por razones de seguridad o complejidad técnica no es posible retirar completamente la estructura, existe la posibilidad de que algunas de las partes que componen la plataforma se queden en el mar. Un ejemplo de este caso pueden ser los cimientos de acero que tienen algunas plataformas. La decisión de dejar o no estas partes de la infraestructura debe analizarse conjuntamente entre el operador y los reguladores.
Las empresas toman posiciones
Mover miles de toneladas de peso en alta mar no es una tarea que pueda realizar cualquier empresa. En este mercado, la especialización es una máxima y Allseas es una de las compañías que está encabezando el desarrollo de la tecnología necesaria para llevar a cabo estos proyectos que se van a multiplicar en los próximos años. No es la única. Otras empresas, como Saipem o Seamar se están especializando en este sector, centrando su negocio en los principales mercados de América Latina.
3.Previsión del coste de desmantelamiento en la UKCS 2014-2023
En el caso del Mar del Norte, la antigüedad y la cantidad de las plataformas petroleras de la región está siendo el mejor incentivo para animar a las empresas de servicios a reunir la técnica y el capital humano necesario para afrontar estos megaproyectos. No obstante, desde la Real Academia de Ingeniería Británica advierten que para afrontar el ritmo de trabajo que se estima, con unas inversiones que sólo en 2017 se aproximarían a 3.000 millones de dólares (ver gráfico 3), es necesario promocionar el sector del desmantelamiento desde las universidades, proporcionar una formación específica a los alumnos y retener el talento en las empresas.
Fuente: Sonia Gil
Los retos de desmantelar plataformas
Reviewed by Anónimo
on
3/13/2017
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