Con Trump: más carbón, fracking y petróleo
Bannon tuvo como primer objetivo de su larga lista, el debilitamiento de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, sigla de Environmental Protection Agency), encargada de la protección del medio ambiente -agua, aire y suelo-, la salud humana y los bienes naturales, que desde los años setenta emitió regulaciones anticontaminantes que, aunque débiles a menudo, restringieron la ganancia capitalista de la industria carbonera, petrolera, química y petroquímica, al grado que la modesta interferencia en el comercio tóxico no sería tolerada por las grandes corporaciones.
La meta del grupo capitalista en el poder es abrirle paso a una parte sustancial de la política económica que se resume en más carbón e hidrocarburos.
A fines de enero, Trump ordenó la reactivación de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, dos megaproyectos que Obama suspendió como respuesta a la resistencia masiva de pueblos indígenas norteamericanos y ambientalistas.
Después, Bannon y Trump introdujeron a Scott Pruitt como Caballo de Troya a la administración de la EPA el 17 de febrero, no sin dificultad.
Ya adentro, Pruitt, escéptico del cambio climático y defensor del petróleo, tomó el control de la Agencia, su peor enemiga; recuérdese que es uno de los principales opositores de la agenda activista de la EPA y que, como Fiscal General del estado petrolero de Oklahoma, demandó a la EPA 13 veces, en una de las cuales unió a 28 estados en contra de las regulaciones del plan de Obama que buscaba reducir las emisiones de las plantas energéticas, lo que nunca entró en vigor. La lucha no ha sido fácil. El mismo Pruitt permanece bajo investigación en Oklahoma por mentir sobre su uso de un servidor de correo electrónico privado para el trabajo del gobierno. Así, personal de EPA denunció la intención de Pruitt de reemplazarlos por mercenarios de la industria petrolera y de disminuir regulaciones que protegen del agua, el aire y alimentos contaminados.
El 16 de marzo, Trump propuso al Congreso recortar los fondos destinados a la EPA en 31%, impactando programas e inventarios relacionados a gases de efecto invernadero. El ajuste contempla el despido de 3 mil 200 funcionarios de la Agencia y la reducción de casi 50% del presupuesto de su división de investigación y desarrollo. Al departamento de Energía le recortarían mil 700 millones de dólares con ajuste de 20% a su Oficina de Ciencias; una guerra a la ciencia que tendrá próxima respuesta masiva de la comunidad científica.
A fines de marzo, Trump firmó, rodeado por mineros del carbón, la "Orden Ejecutiva de Independencia Energética", que elimina normas que pretenden contener el cambio climático y constituye otro paso para desmantelar y abandonar la política ambiental más significativa dispuesta por Obama. Anula el Plan de Energía Limpia y el Plan de Acción del Clima, cuyo objetivo era limitar las emisiones de plantas eléctricas y recortar las de gases contaminantes del sector carbón, para muchos uno de los elementos críticos asumidos por la administración anterior de reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera según el Acuerdo de París 2015 sobre cambio climático, ratificado en 2016 por 195 países. Ahora el oxímoron es "carbón limpio".
La orden de Trump descarta normativas que limitan la emisión de metano y abre la puerta a una mayor extracción de combustibles fósiles como el gas shale mediante fracturación hidráulica, fracking, en terrenos federales.
Impulsada desde el centro de poder estadounidense, la orden tiene repercusión en todos los rincones del mundo. Un cuadro sombrío para la salud humana y el clima planetario. Como nunca antes, el destino de la Tierra ha quedado íntimamente unido al de la especie humana y al del conjunto de seres vivos. La EPA fue el primer objetivo a debilitar. En la mira está ya el siguiente.
Mas ante la brutal avaricia, devastación ambiental y despojo, a escala planetaria detona la digna resistencia de pueblos y comunidades cuyo derecho a la vida se ve seriamente amenazado e ignorado: El Salvador, Maryland, Standing Rock, Cajamarca, Neltume, Río Negro…
Fuente: El siglo de correon
La meta del grupo capitalista en el poder es abrirle paso a una parte sustancial de la política económica que se resume en más carbón e hidrocarburos.
A fines de enero, Trump ordenó la reactivación de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, dos megaproyectos que Obama suspendió como respuesta a la resistencia masiva de pueblos indígenas norteamericanos y ambientalistas.
Después, Bannon y Trump introdujeron a Scott Pruitt como Caballo de Troya a la administración de la EPA el 17 de febrero, no sin dificultad.
Ya adentro, Pruitt, escéptico del cambio climático y defensor del petróleo, tomó el control de la Agencia, su peor enemiga; recuérdese que es uno de los principales opositores de la agenda activista de la EPA y que, como Fiscal General del estado petrolero de Oklahoma, demandó a la EPA 13 veces, en una de las cuales unió a 28 estados en contra de las regulaciones del plan de Obama que buscaba reducir las emisiones de las plantas energéticas, lo que nunca entró en vigor. La lucha no ha sido fácil. El mismo Pruitt permanece bajo investigación en Oklahoma por mentir sobre su uso de un servidor de correo electrónico privado para el trabajo del gobierno. Así, personal de EPA denunció la intención de Pruitt de reemplazarlos por mercenarios de la industria petrolera y de disminuir regulaciones que protegen del agua, el aire y alimentos contaminados.
El 16 de marzo, Trump propuso al Congreso recortar los fondos destinados a la EPA en 31%, impactando programas e inventarios relacionados a gases de efecto invernadero. El ajuste contempla el despido de 3 mil 200 funcionarios de la Agencia y la reducción de casi 50% del presupuesto de su división de investigación y desarrollo. Al departamento de Energía le recortarían mil 700 millones de dólares con ajuste de 20% a su Oficina de Ciencias; una guerra a la ciencia que tendrá próxima respuesta masiva de la comunidad científica.
A fines de marzo, Trump firmó, rodeado por mineros del carbón, la "Orden Ejecutiva de Independencia Energética", que elimina normas que pretenden contener el cambio climático y constituye otro paso para desmantelar y abandonar la política ambiental más significativa dispuesta por Obama. Anula el Plan de Energía Limpia y el Plan de Acción del Clima, cuyo objetivo era limitar las emisiones de plantas eléctricas y recortar las de gases contaminantes del sector carbón, para muchos uno de los elementos críticos asumidos por la administración anterior de reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera según el Acuerdo de París 2015 sobre cambio climático, ratificado en 2016 por 195 países. Ahora el oxímoron es "carbón limpio".
La orden de Trump descarta normativas que limitan la emisión de metano y abre la puerta a una mayor extracción de combustibles fósiles como el gas shale mediante fracturación hidráulica, fracking, en terrenos federales.
Impulsada desde el centro de poder estadounidense, la orden tiene repercusión en todos los rincones del mundo. Un cuadro sombrío para la salud humana y el clima planetario. Como nunca antes, el destino de la Tierra ha quedado íntimamente unido al de la especie humana y al del conjunto de seres vivos. La EPA fue el primer objetivo a debilitar. En la mira está ya el siguiente.
Mas ante la brutal avaricia, devastación ambiental y despojo, a escala planetaria detona la digna resistencia de pueblos y comunidades cuyo derecho a la vida se ve seriamente amenazado e ignorado: El Salvador, Maryland, Standing Rock, Cajamarca, Neltume, Río Negro…
Fuente: El siglo de correon
Con Trump: más carbón, fracking y petróleo
Reviewed by Anónimo
on
4/08/2017
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